Carlos Fuentes/ UNAM: ¿Qué sigue?

AutorCarlos Fuentes

Lo primero es lo primero: hay que liberar a los estudiantes presos. No se puede acusar indiscriminadamente de despojo y mucho menos de terrorismo y motín a estudiantes con los que la autoridad universitaria dialogó durante nueve meses. Los interlocutores de ayer no pueden ser, súbitamente, los criminales de hoy. Si lo eran ayer, debió procederse contra ellos entonces. Lo que no se acepta es la aplicación discrecional de la ley, o su carácter retroactivo.

Lo segundo es la salida de las fuerzas policiacas de una universidad recuperada, no por ellas, sino por y para la comunidad que, mayoritariamente, votó en plebiscito por la reanudación de cursos.

Y lo tercero es llegar al Congreso propuesto por los propios paristas a fin de que, incluyéndolos a ellos, la comunidad entera proyecte las necesarias reformas para que la Universidad, autónoma y gratuita, responda lo más cabalmente posible a los desafíos del desarrollo humanista, científico y social del nuevo siglo.

Hay que liberar a todos los estudiantes -la mayoría- que no están perseguidos de oficio. Hay que limpiar unas instalaciones devastadas por el descuido y, acaso, por el rencor destructivo. Hablar de revistas porno y plantas de marihuana es una tontería. Lo que sí es grave es la destrucción de equipos científicos, de películas de la cineteca y de libros de la biblioteca. ¿Se aviene esta barbarie con los altos propósitos de reforma tantas veces invocadas por el CGH? ¿Se aviene la condición de estudiante universitario con el maltrato físico al Rector Ramón de la Fuente, las amenazas a Rolando Cordera y a su familia; se aviene con poner en peligro la vida de Alejandro Rossi?

Como no lo creo, debo suponer que los autores de estos desmanes no son universitarios, sino provocadores y extremistas infiltrados que han abusado, acaso, del idealismo, juventud e inexperiencia de los estudiantes. ¿Qué tiene que ver el siniestro Abimael peruano con los problemas de la UNAM? ¿Es cierto que la ruta al poder político universitario de un senderista empieza por ofrecerse a limpiar excusados, seguir de cocinero y acabar de líder ideológico intransigente?

La liberación de los estudiantes y su participación en el congreso universitario debe asegurar que los ultras, senderista y demás incrustaciones fungiformes, no desvíen la recta voluntad negociadora y reformista de la mayoría del estudiantado.

La UNAM no es una universidad elitista, pero tampoco debe ser una universidad de lumpens o de baja clase media...

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