Carlos Vázquez Segura / Daño 'huachicolateral'

AutorCarlos Vázquez Segura

El chiste era destrozarla mientras durara el sexenio; romperle la espalda en pedazos irreconciliables; amputarle las alas y brincar sobre ellas hasta convertirlas en polvo de tragedia nacional; rebanar en delgadas capas sus piernas institucionales para alimentar a los buitres que ya las carcomían por dentro. El objetivo era ultrajar a esa bestia burocrática, extrayéndole y escurriéndole hasta la última gota de valor y de sangre negra antes de que su quiebra consecuente obligara a contratar a empresas extranjeras para realizar sus funciones a precios en dólares, a cargo del erario.

El ultraje energético que -vergonzosamente- ha sido exhibido a los ojos de todo el mundo durante las últimas semanas, se hizo al más puro estilo de la política de los 70, como burdo ejemplo de lo que las marranadas más descaradas pueden llegar a medir. Pero había que crear una cortina de humo, un pretexto mediático y contable, además de un mecanismo argumental robusto para que resultara imposible cuantificar la infame dimensión del desfalco que -pipa tras pipa y por la puerta principal- se le había organizado desde las mismas oficinas de PEMEX, a las reservas energéticas de nuestros hijos.

La solución parecía perfecta: Promover una turba de malandrines disfrazados de "pueblo" increíblemente bien capacitados para no morir en el incendio explosivo que un ciudadano ordinario provocaría al intentar perforar los ductos de combustibles a presión. Estos infames -y expertos- piratas de la energía líquida se mantendrían "trabajando" ante los ojos de todo tipo de autoridades, gozando de impunidad legal y política (esa que de repente agarra a un chivo expiatorio para calmar la ira del pueblo) durante años; lo que alcanzaría no sólo para que se organizaran y enriquecieran exorbitantemente todos los implicados, sino para que a los ciudadanos nos quedara claro que las pérdidas en los inventarios de PEMEX deberían ser achacadas a esos rufianes callejeros. Mientras tanto, cientos de pipas de todo tipo de productos salían -diariamente- por las puertas principales de las refinerías, inundando a México entero de inequidad, injusticia, corrupción y traición descomunales.

No sólo saquearon los tanques de diésel y...

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