Carlos Vázquez Segura / Educar por las ramas

AutorCarlos Vázquez Segura

No existe proyecto más rentable que la educación. Con ninguna fórmula financiera se descubrirá un mejor destino para los recursos personales, públicos o privados, pero: ¿quién define el tipo de educación adecuada? ¿Hacia dónde encaminar a las generaciones futuras?

En México nunca se han tenido claros ni el verdadero objetivo ni el elevado alcance de la educación. Es evidente que se le suele confundir con las peripecias y etapas del sistema académico, con las bondades y niveles de las materias básicas que se imparten y hasta con asuntos gremiales de los maestros grilleros. Para muchos, es un formalismo necesario que prepara a los alumnos para sobrevivir en la selva laboral que les acecha.

En la mayoría de las naciones se ha perdido por completo la brújula semántica de la educación. La humanidad lleva más de un siglo fabricando "ladrillos para la pared", formando jóvenes cargados de fría información y de suficiente habilidad pragmática para convertirse en engranes de la maquinaria económica mundial. Formamos generaciones hedonistas, egoístas y consumidoras; chicos y damitas sin fundamentos filosóficos sólidos que les permitan ver y tratar -de igual a igual- a los demás: a sus subalternos, al señor de piel oscura, al de origen indígena, al exitoso, al migrante, al feo, a la guapa, al indigente, al gordito o al diferente.

Nos olvidamos que educar es -ante todo- abrir mentes, forjar espíritus y elevar conciencias a la mayor altitud moral que sea posible, incluyendo el sentido de pertenencia comunitaria y planetaria. En cambio: hemos fomentado el nacionalismo belicoso y las castas socioeconómicas, haciendo a un lado el humanismo incluyente que permite participar en un marco ético global, en el que perfectamente podrían convivir: la colaboración internacional, la justicia local y la superación personal.

Necesitamos con urgencia invertir para el futuro en el campo educativo de la conciencia global, porque la estela que la humanidad va dejando por el camino del pragmatismo excluyente no es alentadora. Por ejemplo: somos capaces de crear grandes avances tecnológicos, pero en la nación que más los consume, el voto popular favoreció a un racista retrógrada, cuya visión del destino...

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