Carlos Vázquez Segura / ¿Lealtad o justicia?

AutorCarlos Vázquez Segura

En los grupos, la lealtad es un elevado valor que -algunas veces- se opone a otros, sobre todo cuando nos vemos obligados a elegir entre ésta y lo que es justo. Como ejemplos, basta evocar el encubrimiento con que espera contar, de parte de sus amigos, quien comete una falta o el arrojo ciego con que se arman las batallas campales en algunos deportes.

El sentido de pertenencia es una gran fortaleza para los individuos. Sabernos parte de un grupo nos da confianza, no sólo por la satisfacción de haber sido aceptados, sino por la sensación de respaldo y compromiso consecuentes. Sin embargo, el traer puesto un uniforme, sea deportivo, laboral, familiar, ideológico, religioso, grupal o político, suele condicionar el juicio y limitar nuestra objetividad.

¿Cuántas injusticias se han cometido porque los roles y compromisos implícitos en las camisetas que se portan no permiten atender la versión de los hechos -ni los derechos- de la otra parte, a fin de actuar con imparcialidad y justicia? ¿Cuántas veces importa más el color del estandarte que las personas que resultan afectadas al agitarlo? ¿En qué tantas ocasiones va primero lo que dicte el líder, el libreto o la directriz política, antes que lo que ordene la razón, grite la ética o exijan los derechos de los afectados? Al referirme a "los afectados", evoco a esos ciudadanos ordinarios que no pertenecemos al gremio, al partido, al equipo, a la pandilla, a la planilla o a esa agrupación -cualquiera- que se insensibiliza bajo el influjo de un enfermo concepto de lealtad servil que parece excluir al pensamiento y al criterio propios.

La deformada idea de que la lealtad a un grupo, credo, ideología, partido, equipo o clan puede ser colocada por encima de los derechos de quienes no son miembros, ha generado innumerables injusticias en el mundo, ya que ésta convierte a la membresía en fanatismo y a la pertenencia en capacidad para callar y encubrir, así como para dañar y negar.

Quisiéramos que esta ceguera grupal fuera sólo un fenómeno deportivo en vías de extinción o un mito conceptual inventado por sociólogos baratos, pero a lo ancho y a lo largo de la realidad van quedando estragos, heridas y arbitrariedades como pruebas irrefutables de su persistencia.

En México...

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