Carlos Vázquez Segura / Profetas del rumor

AutorCarlos Vázquez Segura

Dicen que si el río suena, agua lleva; aun en sitios donde ni río hay. Al soltar un rumor, se predisponen los cauces de la mente para que fluya -como si fuera cierto- aquello que se dice. Las palabras son herramientas poderosas que, así como suelen construir metáforas, también pueden hacerle eco a las falacias. El poder destructivo de las falsas alarmas y de las mentiras tendenciosas se amplifica conforme son dispersadas, destruyéndolo todo a su paso. Es más fácil dejar rodar cuesta abajo la roca en bruto del rumor irresponsable, que construir en la cima el templo de la verdad.

No me extrañan los fanáticos rumores cargados de fatalismo que han generado muchos analistas -improvisados y profesionales- que no recuerdan el viejo cuento del pastorcillo mentiroso. Me preocupa el séquito de comodinos que le brindan crédito y devoción a esos sofistas apocalípticos que se regodean creando notas y "memes" sobre el temor al desastre al que incitan y predisponen.

Ser profeta de la caída de algo es muy fácil cuando se es uno de los cobardes que sueltan la parte que les tocaba sostener de aquello. Adivinar la lluvia es sencillo para quien observa la proximidad de las nubes, pero encender la alarma de una inundación cuando sólo llovizna es criminal.

Me preocupan los miles de buques cargados de proyectos ciudadanos y planes de crecimiento económico y personal que apagan sus motores ante los pesimistas rumores del desastre que ladran al viento los insensatos que se ostentan como visionarios de la bola de cristal política y económica del mundo, quienes presagian los efectos del miedo que ellos mismos incuban y ponen a engordar. ¿Cuántos incendios se avivan con el aliento de quienes invitan a huir del fuego?

En México ya no caben falsos brujos del azar económico que quieran leernos la mano para convencernos de cosas tan obvias como que: si nos bajamos del tren, no llegaremos a su destino; si huimos hacia algún lado, pronto estaremos lejos de aquí; si dejamos de invertir, saldrá golpeada la economía; si sacamos el dinero del País, lo tendremos en el de alguien más, etcétera. Lo único que conseguirán esos cretinos será que algunos tontos bajen -a ciegas- del tren y que otros -egoístas- huyan a cualquier lado o se escondan, restringiendo la sangre circulante que...

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