Carniceros sin fronteras

AutorTeresa Rodríguez

Todo comenzó a principios del siglo pasado, afuera de una carnicería, en Nápoles, Italia. Anthony LaFrieda lloraba con un ojo morado, tras una pelea que claramente había perdido.

Los carniceros acudieron al viejo remedio: bistec crudo sobre su rostro amoratado y, para aliviar la regañiza que el chico recibiría en casa, le ofrecieron trabajo.

El desenlace es más que feliz. Al paso de los años, Anthony cruzaría el Atlántico con el oficio aprendido y, sin saberlo, sentaría las bases de un clan carnicero en Nueva York: sus cinco hijos varones seguirían sus pasos. Hoy el apellido LaFrieda es tan famoso que no necesita presentación.

"Junto con mi padre (también Pat La Frieda) y mi primo, Mark Pastore, dirijo un negocio que mi bisabuelo puso en marcha hace casi 100 años.

"En ese entonces éramos una de las muchas carnicerías en Greenwich Village, había muchos italoamericanos, como nosotros, buscando su pedazo del pastel. Veinte o 30 restaurantes del vecindario, eran nuestros clientes.

"Hoy proveemos a más de mil 500 restaurantes, desde Nueva York hasta Las Vegas, con la mejor carne en Estados Unidos", relata Pat LaFrieda (tercero), hoy al frente del negocio familiar.

En Pat LaFrieda Meat Purveyors los procesos se cuidan meticulosamente, desde la procedencia del ganado, criado con altos estándares de calidad, sin antibióticos ni hormonas, y su matanza en forma humanitaria, hasta el escrupuloso corte de cada pieza.

No hace mucho que LaFrieda extendió sus dominios carniceros hacia México. Hoy sus cortes y hamburguesas se sirven en todas las sucursales de Sonora Grill y están a la venta en City Market. Pero eso no hubiera sido posible sin que un soñador mexicano tocará su puerta en medio de la noche.

"Cuando los estudiantes del Culinary Institute of America (CIA) vienen de visita, no los rechazamos, porque ellos son nuestros futuros clientes.

"Era el turno de la noche y estábamos realmente ocupados, así que dije: 'puede venir, pero sólo por 15 o 20 minutos'", cuenta Pat sobre su primer encuentro con el emprendedor carnicero mexicano Aaron Mizrahi.

El encuentro duró cuatro horas y media, Aaron compartió su visión sobre el mercado mexicano y su anhelo de revolucionar el consumo de carne. La conexión fue inmediata, terminaron charlando como dos viejos amigos, sobre temas ajenos al negocio.

"Vivía un momento crítico, lo había perdido todo: mi negocio, mi novia, mi casa... y estaba...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR