CINEXCEPCIÓN / ¿Y la cultura?

AutorHugo Hernández

Hace algunos años, durante la gestión del presidente con botas, cuando se amenazaba con la "privatización" del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), se hicieron escuchar las voces de un puñado de actores, guionistas y realizadores (y un puñado más grande de potenciales o activos "burócratas del celuloide") que protestaron contra la supuesta medida: el cine merecía un trato aparte, alegaban, pues es cultura, pregonaron, y ellos, por supuesto (supuesto por ellos, por supuesto) se proponían como garantes de la susodicha.

Pasado el tiempo, y por diversos factores (acaso por los quejidos de la "gente del cine", tampoco es mi afán restarles su sonoro mérito), el aciago futuro que entonces se vislumbraba para el sector cinematográfico dio un giro: la producción, si bien no se ha multiplicado como en la bíblica parábola lo hicieron los peces y los panes, sí ha tenido un incremento ostensible. Pero desafortunadamente la defensa que pretendía hacerse, de la cultura y del cine como cultura, no se ha, ni un tantito, insinuado: desde el cine la cultura ha quedado indefensa o nomás no ha aparecido. (Es cierto que para empezar habría que demandar a los otrora demandantes su concepto de cultura.)

A juzgar por las cada vez más frecuentes y numerosas películas mexicanas (y el reciente Festival Internacional de Cine de Guadalajara es un buen termómetro), éstas nomás no terminan (es que nunca comenzaron) a hacer más defensa que la de la emulación del cine según Hollywood (puro entretenimiento, según ellos), de la insustancialidad. Con sus honrosas y escasas excepciones, como las películas de Carlos Reygadas, Fernando Eimbcke y Rodrigo Plá, o las óperas primas de...

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