Cinexperiencia / Pianazos bestiales

AutorJuan Villalobos y José María Rodríguez

Para hacer una película de terror medianamente aceptable hay que cumplir ciertos requisitos mínimos: colocar un sustito por aquí, otro sustito por allá (repitiendo el recurso por lo menos cada cinco minutos), incluir uno que otro niño (entre los cuales no debe faltar el que tiene un amigo imaginario que luego resulta ser un demonio aterrador), utilizar una casa misteriosa con rincones misteriosos, sótanos misteriosos en donde falle la electricidad, o en su defecto, lugares súper secretos (y misteriosos).

Lo cierto es que de los detalles arriba mencionados se pueden prescindir sin que se le falte el respeto al género, pero eso sí, los que nunca deben faltar son los pianazos oportunos en las escenas "punch" de la trama, cuya partitura tiene la negra intención de provocar respingos. Es como asustar al amigo o a la novia, no basta con la aparición inesperada, hay que agregar un "¡bú!" o un ridículo "¡muajajá!".

Hasta resulta curioso imaginar (bueno, a nosotros nos lo parece) al director de la orquesta mientras hace el score, y cómo debe ponerse bien abusado para indicarle a su pianista el momento preciso en que debe darle un chintrolazo (con todas sus fuerzas) al teclado (del piano).

Pues bien, tales reglas se cumplen al pie de la letra en El Conjuro (James Wan, 2013), una cinta de terror que...

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