Claudia Ruiz Arriola / Dotes de alcoba

AutorClaudia Ruiz Arriola

A últimas fechas ando confundidona. De un lado veo al Presidente Calderón y su globito de Cantoya Agustín Carstens hacer tronar su chicharrón y subirnos los impuestos para dizque "ayudar a los más pobres". De otro lado veo a los diputados y senadores aprobar el tercer presupuesto más elevado de nuestra historia y repartirlo con alegría macarena, regateándole lana precisamente a los programas federales destinados a ayudar a los más pobres. Bajo la impecable lógica de impedir al Gobierno federal pararse el cuello resolviendo el problema de la pobreza (¿tons pá que aprobaron los impuestos?) y siguiendo el mezquino razonamiento de la oposición, los recursos del aumento de impuestos irán a los estados donde no sólo el escrutinio público del presupuesto es mucho más laxo (¡qué conveniente!), sino que la conducción gubernamental de los programas de asistencia social está -la mayoría de las veces- en manos de puras improvisadas. Estas improvisadas, me dicen mis fuentes sotto voce (por lo bajito), ayudan poco y estorban bastante.

De hecho, basta consultar la página del DIF para darse cuenta que de las actuales 31 "representantes oficiales de la asistencia social" con que cuenta el País (Querétaro no tiene), un apabullante 85 por ciento de las presidentas del DIF ocupa dicho puesto en su calidad de esposa del Mandatario de turno, y un alarmante 60 por ciento carece de preparación o mérito profesional alguno que avale su derecho a intervenir, vetar, priorizar y/o aprobar los planes y proyectos de la Junta de Gobierno del DIF; atribuciones todas que generosamente otorgan los Códigos de Asistencia Social de los estados a las Primeras Damas. A nivel municipal la cosa empeora, no sólo porque darle gusto a la vieja del caudillo de turno es un asunto de supervivencia personal, sino porque la gran mayoría de las 125 presidentas de los DIF locales carecen de los más elementales estudios. Ello implica que en este País, donde la pobreza está alcanzando proporciones de emergencia nacional y/o de catástrofe bíblica, buena parte de los esfuerzos regionales para combatir la pobreza y sus lacras acompañantes está en manos de ñoras cuyo único mérito fue haberle llenado la libidinosa pupila al marido in illo tempore y cuya única credencial para decidir el destino anual de cientos de millones de pesos (cerca de 700 mdp en Jalisco) es su influencia hormonal y/o sus dotes de alcoba.

Antes de que alguna fémina aguerrida se rasgue la túnica Donna Karam y me acuse de...

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