ConVino / La etiqueta

AutorAntonio Laveaga

¿Ha comprado algún vino sólo por la atracción de la etiqueta? Yo sí, y no sólo una, sino varias veces. Soy fanático de bonitas etiquetas, muchas veces el vino puede salir malo pero la botella vacía se llega a conservar.

En ocasiones son de artistas famosos, como la colección de Château Mouton Rothschild, que en su investidura le rinde homenaje a cada uno de los creativos que participan en la hechura de ésta, por ejemplo Picasso, Dalí, Andy Warhol, Francis Bacon y hasta el mismo Rufino Tamayo.

Desde 1945 a la fecha esta empresa le ha encargado a una élite de artistas hacer sus etiquetas; antes quien tomaba la decisión final era el mismo Baron Rothschild, pero después de su muerte, en 1988, lo hace su hija.

Busque en la red estas exquisitas obras plasmadas para el vino, que en frase muy trillada este líquido también es arte.

Cuando uno empieza en esto de los caldos la etiqueta es lo primero que llama, debe de atraer la mirada de sus clientes potenciales, hacer que la jale del anaquel y que la toque, ahí hay una primera identificación, una conquista mutua. Después ya se leerán las letras pequeñas.

Mi buen amigo y diseñador Ángel Sánchez fue muchos años juez de la New World International Wine Competition, en California, dejó de serlo porque el concurso desapareció. Ahí se empezó a calificar la etiqueta, posteriormente y por sugerencia de él se ponderó el binomio etiqueta y botella, ya que él considera que estos dos elementos forman parte de un todo.

Comenta que el diseño es lo que más contaba en la calificación, que hay mucha mercadotecnia involucrada que hace que por el empaque...

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