ConVino / Pilares del vino

AutorAntonio Laveaga

Ahora todos somos especialistas del vino y muchos del de nuestra tierra. No los culpo, es una bebida fascinante, y si se incluyen los factores nacionalismo, romanticismo, camaradería, lealtad y estás en búsqueda de las etiquetas que mejoran día con día, sin duda eres un fanático del vino mexicano.

En Guadalajara hay mínimo cuatro escuelas y brotan los sommeliers por doquier, no digo que sea malo pero también cuestiono su preparación. En fin ese, no es el tema de hoy.

Muchos sabemos que en México, Parras, Coahuila, tiene la bodega más antigua del Continente, pero poco se sabe de la primer bodega comercial, me refiero a Santo Tomás, que se fundó en Ensenada en 1888 y ha sido semillero de grandes hacedores de vino, como lo son Dimitri Tchelistcheff (uno de los primeros benefactores del valle), quien introdujo variedades de uva como Cabernet Sauvignon, Pinot Noir y Chardonnay; además del mismo Hugo D'Acosta, Christoph Gaertner, Fernando Martain y muchos otros más de quienes se me escapa el nombre.

Pero hoy hablaré de tres benefactores que forman parte de esta gran revolución del vino mexicano, pero que se nos adelantaron: Don Eduardo Liceaga, Antonio Badan y Don Hans Backhoff.

Ya he comentado que mis primeros viajes al Valle de Guadalupe fueron a finales de los años 90, en 1998 para ser exactos; y de mis primeras visitas fue a Viña de Liceaga. Recuerdo que llegamos a la propiedad, Lorenzo García y un servidor a saludar a Don Eduardo, y para pronto nos sube a su camioneta junto con Don Enrique Ferro, gran enólogo, a ver los viñedos. Se revisó desde humedad, hojas, plagas, y se bebió vino de la barrica.

Don Eduardo falleció al principio de la...

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