COORDENADAS / De recesión a depresión

AutorEnrique Quintana

¿Qué tantas posibilidades existen de que esta recesión se vuelva algo parecido a lo que se vivió a la Gran Depresión de 1929?

A mi parecer, hay muy pocas posibilidades de que la duración y profundidad de la caída económica se acerquen siquiera un poco al desastre que se vivió entonces.

Por todos los indicios visibles, no se percibe la posibilidad de un incremento de las barreras proteccionistas de manera generalizada que pudiera colapsar el comercio internacional.

La fuerte y prolongada caída de la producción en los primeros años de la década de los 30 estuvo influida por las fuertes restricciones comerciales que se produjeron como secuela de la crisis financiera.

Otro de los factores que indujeron el fuerte retroceso fue la tardanza del Gobierno estadounidense en reaccionar, y la falta de una red de instituciones que frenara el derrumbe productivo.

La política de Hoover, que enfrentó los primeros dos años de recesión, apuntó a que el mercado se compusiera solo, lo que por cierto le condujo a la derrota electoral de 1932.

Hay que recordar que el PIB cayó fuertemente a partir de 1930. A unos meses del desplome de la Bolsa de Nueva York, la producción cayó en 8.6 por ciento.

Ya le hemos comentado en este espacio que el retroceso duró cuatro largos años y acumuló una reducción del PIB de 26.5 por ciento.

Para regresar al nivel que la producción tenía en 1929 hubo que esperar hasta el fin de 1936, luego de tres años de aplicación del New Deal. Las dimensiones de ese programa se aprecian si se considera que el gasto público aumentó en 83 por ciento entre 1933 y 1936. Y luego se produjo otro tropiezo importante en 1938, cuando volvió a caer el PIB.

Sólo en la posguerra, entre 1945 y 1947, hubo tres años continuos con registros negativos en el crecimiento. Y luego sólo hasta 1974-1975 hubo otro periodo en el que por dos años consecutivos cayó la economía estadounidense.

Podríamos decir que sólo en esas tres ocasiones hubo depresión en la economía de los Estados Unidos, aunque sin duda no se puede comparar ninguna del futuro con la que siguió a la crisis de octubre de 1929.

Cuando se está en medio de la tormenta y en plena caída es muy difícil anticipar la dimensión que tendrá el retroceso, pero lo peor que puede hacerse es creer que el retroceso será leve y que no es necesario aplicar medidas preventivas para hacerle frente.

Hay que ver todavía cuál es el alcance del programa de Obama, pero sin duda tendrán que ser medidas de una gran escala.

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