Crítico de la Cristiada

AutorÉrika P. Bucio

De su puño y letra, el escritor Juan Rulfo (1917-1986) dejó constancia de su repudio a la Guerra Cristera que asoló a su natal Jalisco entre 1926 y 1929, en unas notas sobre la obra de José Guadalupe de Anda, novelista de la Cristiada.

Esos papeles inéditos, que serán publicados este año en forma de libro por la Fundación Juan Rulfo, fueron preparados por el escritor para la serie Novelas y Novelistas de Nuestro Tiempo en Radio UNAM a mediados de los años 50.

De Anda (Jalisco 1880-1950), quien empezó a escribir a los 60 años, publicó las novelas Los Cristeros (1937) y Los Bragados (1942). Ambas presentan una visión crítica del papel del clero en el conflicto social y religioso, pero también refieren las atrocidades cometidas por los federales.

Por la cantidad de notas que preparó, se desprende que Rulfo dedicó varios programas radiofónicos a comentar la obra de De Anda, explica el presidente de la fundación, Víctor Jiménez.

"Ninguna como las obras de De Anda para decir la verdad en torno a la más inútil de las matanzas que ha sufrido México", comenta Rulfo en una de las primeras notas, resguardadas en el archivo del escritor y recopiladas por Jiménez.

El hallazgo de los papeles despeja, en su opinión, cualquier duda sobre la postura de Rulfo ante el conflicto.

"Hay quienes han tratado de ver alguna simpatía de Rulfo por los cristeros, pero en absoluto, los vio de manera muy crítica, y no simpatizó jamás con el papel del clero en la guerra, de la que fueron los azuzadores", asegura Jiménez, quien trabaja en dar orden a las notas.

En otro apunte sobre Los Bragados, secuela de Los Cristeros, Rulfo se explaya sobre el sinsentido de la guerra.

"Vemos cómo quedó epilogado un capítulo de nuestra historia. Capítulo importante por toda la estulticia, estupidez y vana muerte de tantos y tantos que fueron arrastrados a una guerra que asoló las tierras de Jalisco", escribe Rulfo.

Alberto Vital, el biógrafo de Rulfo, apunta que las experiencias del jalisciense en su primera infancia tuvieron mucho qué ver, aunque no sólo con la Guerra Cristera. La huida del cura de San Gabriel, Ireneo Monroy, motivó el traslado de su biblioteca a la casa de los Rulfo, y se sabe que el niño Juan allí empezó a leer.

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