Cruzan apuestas en casino ilegal

AutorRoberto Guerrero

El juego clandestino tiene hábitos nocturnos y ronda la zona rosa de Guadalajara.

El lugar: el edificio ubicado en Efraín González Luna y Chapultepec. La hora: en cuanto anochece. Los participantes: personas con recursos y ganas de arriesgar su dinero en el juego.

Las puertas del elevador se abrieron y los dos reporteros entraron al departamento, era la medianoche del viernes 21 de junio.

El lugar estaba iluminado, con varias personas sentadas alrededor de la mesa de bacará, donde se concentraba la atención de los jugadores, unas fichas en la mano esperaban su destino.

Otras estaban sobre el paño, firme la apuesta respaldada con dinero; algunas miradas de angustia dirigidas hacia la mesa, a las cartas en espera de ganarle a la banca, de atinarle al número.

Unas 12 personas estaban sentadas, entre ellas tres mujeres.

Esa noche las mesas de "black jack" estaban vacías, toda la atención se centraba en el otro juego, al menos hasta que vieron llegar a los dos extraños.

La atención en la mesa se fue perdiendo para que organizadores y jugadores comenzaran a ver de reojo a los recién llegados, preguntándose entre ellos si los conocían.

Un hombre, de unos 25 años y de más de 1.90 metros de altura, se acercó con fichas y papeletas de juego como para ofrecer a los visitantes, pero la intención se vio cortada por la duda.

"¿Quién los invitó?", preguntó al par, para enseguida dar vuelta e ir a consultar al hombre ubicado al centro de la mesa sobre si permitían a los visitantes unirse a las apuestas.

Ya no regresó con los recién llegados, se acercaron otras tres personas, una de ellas con el pelo cano, otro con un peso estimado de más de 110 kilos y 1.60 metros de altura; el tercero estaba casi a espaldas de los "intrusos".

El canoso, de bigote negro, al parecer al mando del grupo, empezó con el interrogatorio; el juego se detuvo.

"¿Cómo supieron del lugar?, ¿Quién los invitó?... ¿Juan, qué Juan?, ¿Les dio tarjeta?, ¿Juan ele?, ¿a qué se dedica?", dijo el hombre canoso, el encargado de la seguridad del lugar.

Con gesto serio, miró a los visitantes inesperados y les dijo que se trataba de un lugar privado, que tendrían que salir.

El más pequeño de los tres vigilantes, pero el más robusto, alzó la voz, presumió que se trataba de un lugar 'gay', que nadie más que ellos podían estar allí.

Los recién llegados tuvieron que salir acompañados de quién debió impedir que cruzaran la puerta del edificio.

El guardia hizo un interrogatorio final antes de abrirles la...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR