Dan la mano un ángel y un diablo

AutorRicardo Feregrino

Diligente camina la madre Serafina en los pasillos del Mercado de Abastos, sorteando con su diablo de metal, torres de cajas de aguacates, de jitomates, de melones, de todo.

Es dura la señora de 76 años, empuñando su diablo que ya carga tres cajas grandes de aguacates pide un cuarto guacal, da las gracias y sigue su camino.

Es un amor María del Consuelo Márquez, la jalisciense nacida en el Barrio de Santa Teresita, la Hermana del Corazón de Jesús Sacramentado.

Así es la mujer que hasta cuatro veces a la semana recorre todo el Mercado de Abastos pidiendo a los comerciantes que le regalen fruta, verdura, cereales, carne, desechables, pensando en que tiene que juntar lo necesario para ayudar a su gente, la gente necesitada.

La madre Serafina recorre el mercado buscando obtener la mayor cantidad de alimento para quien lo necesita, para las familias del pueblo de Santa Anita, para la casa hogar La Divina Providencia, para la Casa de Hermanas Ancianas, en San Juan de Ocotán, para la Casa de las Hermanas del Corazón de Jesús Sacramentado, para el noviciado, para la Casa de Ejercicios de la Congregación.

"Veo la ternura, veo la generosidad de las personas del Mercado (de Abastos), es gozo el que tengo, gozo porque en las personas del Mercado de Abastos encuentro a Dios, porque a Dios en persona no lo veo, por su generosidad, son muy desprendidos, muy generosos", explica la madre Serafina.

La religiosa de las Hermanas del Corazón de Jesús Sacramentado empezó visitando el Mercado Corona, cuando se encontraba ahí la central de abastos, en 1949, y continuó con su trabajo cuando éste se cambió al Mercado de Abastos en Lázaro Cárdenas, a finales de los 60.

La madre tiene 20 años utilizando un diablo de metal para cargar las frutas y verduras que recolecta. Con el tiempo ha sido bautizada como "La Madre del Diablo".

A ella le hace gracia.

"Me dicen: madre, usted será muy madre, pero sin el diablo no hace nada", y suelta la carcajada.

En Santa Anita, donde se construye La Divina Providencia, un internado para niños huérfanos, las madres de familia del poblado esperan la visita de la camioneta de la religiosa, quien explica que la ayuda que les brinda es parte vital de su economía.

La madre Serafina tiene en los pequeñitos que acuden por comida a su preferido, lo llama "El Consentido", un chiquitín de 8 años que tiene Síndrome Down.

"Es un angelito, nunca va a ofender a Dios, va a vivir siempre una infancia eterna... cuando vamos a dejar la comida que...

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