Daniela Sánchez / Ládrame de tu

AutorDaniela Sánchez

A la orilla del Periférico, tumbado y con frío, recibiendo la cínica indiferencia de los conductores, yace sediento y adolorido un individuo. La luz del vehículo era muy brillante, imposible entender a qué velocidad venía, el hambre tiende a jugar de esa forma con el cerebro y la percepción. Emitiendo sonidos de agonía por los golpes recibidos y con sus últimos suspiros de auxilio desesperado, abandona nuestro mundo. Dejando por detrás la historia de una vida tan indigna y miserable que golpea hasta los huesos de aquellos que notamos su existir.

Le quedamos debiendo tanto.

A unos pocos kilómetros de distancia, en la Colonia Providencia de la bellísima Guadalajara, el Parque Italia expone una estatua que atrapa el ojo de quien la mira. Durante la Administración de Alfaro en la Presidencia Municipal se devela el monumento del "Perro Abandonado", la mirada noble y temerosa sostenida en el vacío que se genera entre las copas de los árboles, con el alma solo cubierta por huesos y la piel sostenida por un deseo efímero de supervivencia, el perro abandonado despierta sentimientos de culpa, empatía y humildad. El parque es visitado a diario por decenas de mascotas; bebederos, túneles y pelotas hacen de la tarde un momento inolvidable. Se puede saber el tamaño de un hombre por su trato a aquellos que están a su merced. Enrique, el día que se inauguró el Parque Italia, fuiste enorme.

El statu quo en el que se posicionan nuestros amigos no humanos varía de acuerdo al tiempo y al espacio, la segunda variable más desafortunada que la primera, pues destaca la falta de desarrollo humano que existe en algunas comunidades. Decía Gandhi que la grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la manera en que se trata a sus animales, no podría coincidir más con el ilustre pacifista. ¿Cómo es posible que los animales no humanos sean dignos del estado jurídico de ciudadanos en comunidades como San José en California, pero sean humillados en un sangriento acto de barbarie digno de la época de las cavernas en una ciudad tan cercana como Tijuana?

Las personas que disfrutan del humillante asesinato público de un toro son despreciables, íconos de la esencia retrógrada que pudre los anales de nuestra historia moderna, la ausencia de empatía y de humanidad básica es grotesca y vergonzosa como sociedad. Afortunadamente, del otro lado de la moneda se sitúan personas que comparten tanta empatía en su honorable lucha social que desbordan...

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