Daniela Sánchez / Zoomestre

AutorDaniela Sánchez

A la orilla inferior derecha del monitor se remiten los ojos del estudiante cada cierto tiempo. Tic toc, va el reloj de la computadora marcando el paso, aparentemente eterno, de las clases en línea; el profesor hace todo lo que puede, pero su voz es monótona y compite por la atención del estudiante contra... ¡Ding! Llegó un mensaje de WhatsApp, una mención en Twitter o un comentario en Facebook. Cuando menos te lo esperas ya llevas 25 minutos viendo memes en el muro de Paulina. De pronto me interrumpe aquella voz que rondaba por detrás de mi atención "Daniela, ¿quieres comentar al respecto de la clase?".

Esta pandemia trajo consigo cambios que mis colegas en la editorial analizan a diario, pero el más desesperante para una estudiante como yo fue el tránsito a la disciplina académica en línea. Los profesores hacen todo lo que pueden, pero sus lecciones son largas y abrumadoras, utilizan más tiempo del necesario y no son capaces de ver los gestos de confusión en la cara de sus alumnos. Para nosotros es aún peor, si antes te daba vergüenza levantar la mano, ahora es una odisea alcanzar a intervenir cuando el profesor no está hablando y sin interrumpir su siguiente oración. ¿Apuntes? ¿Qué es eso? Para cuando el docente iba en la segunda idea se trabó su micrófono y no pude escuchar. ¿O habrá sido mi internet el que falló?

Las universidades parecen tranquilas, poco han presionado a las autoridades para que les permitan reabrir sus puertas a los estudiantes que desesperados piden las clases presenciales, por ahí parece que Cinépolis le ha dado más guerra al gobierno de Jalisco que el Tec de Monterrey para reabrir su gestión. Después de todo, Cinépolis no puede vender palomitas a distancia, pero el ITESO y la UP sí pueden cobrar casi su tarifa normal por un pésimo show que montan vía Microsoft Teams o Zoom.

Y bueno, ¿qué podemos esperar? Las autoridades prefieren que las industrias que pueden seguir generando dinero sin volver a la normalidad lo hagan de ese modo, y vaya que están generando; los gastos de mantenimiento básicos se redujeron exponencialmente mientras que la colegiatura de todas las universidades privadas en Guadalajara se mantuvo casi igual.

Las clases son realmente aburridas y tediosas. ¿Podemos culpar a los profesores? El docente está tan acostumbrado como nosotros a la enseñanza en el aula, la mayoría no sabe de micrófonos ni de camaritas y están dando todo lo que pueden para adaptarse, bien podrían ser ellos los...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR