David Gómez-Álvarez / No son las lluvias, ¡es la corrupción, estúpidos!

AutorDavid Gómez-Álvarez

Lo que no se ve no se puede presumir. Lo mismo aplica para la obra pública: lo que no se puede cacarear como logro de gobierno no es del interés de los políticos. Por eso los gobernantes no se interesan por inversiones públicas que no puedan inaugurar en su Administración. Mucho menos si no las pueden capitalizar electoralmente. Es preferible remozar una calle que desazolvar una alcantarilla. Aunque el balizamiento lo deslave la lluvia, es más redituable políticamente que limpiar la basura de una boca de tormenta que no se nota... hasta que las cientos de toneladas acumuladas provocan una inundación. Entonces sí, el problema es de los ciudadanos que tiran la basura en la calle.

Hace tres años, al inicio del temporal de 2016, el entonces Alcalde de Guadalajara, Enrique Alfaro, prometió acabar con las inundaciones. No fue el primer Presidente Municipal ni será el último en prometer lo mismo sin cumplirlo. Lo curioso fue la prioridad que le dio al asunto, al menos en el discurso. Como es costumbre en los gobernantes entrantes, Alfaro acusó a las administraciones anteriores y al entonces Gobierno del Estado de no hacer nada, lo cual por cierto era verdad. Lo paradójico es que, tres años después, ni los Ayuntamientos ni el Gobierno del Estado le han entrado, en serio, a resolver el problema de fondo. Las pocas obras que se están haciendo, como vasos reguladores y adecuaciones al drenaje, son con una visión meramente ingenieril: echar cemento para contener, mas no resolver, un problema que, con cada temporal, literalmente se desborda e inunda.

Durante el estiaje, Guadalajara enfrenta un déficit de agua de casi 100 millones de litros cúbicos que, en español llano, significa tandeos y colonias sin agua. En la época de lluvias, por el contrario, el exceso de agua provoca inundaciones y daños materiales por miles de millones de pesos. En secas le sacamos agua a Chapala y agotamos los mantos freáticos con pozos profundos; en lluvias tiramos el agua al drenaje donde se ensucia con aguas residuales y, sin aprovecharla, la arrojamos a la barranca. Cada vez más tapatíos viven entre la escasez y el exceso de agua, donde ambos...

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