David Gómez-Álvarez / Mi transporte, ¿negocio o servicio?

AutorDavid Gómez-Álvarez

La burra no era arisca, la hicieron. Los últimos cinco Gobernadores que ha tenido Jalisco prometieron que, ahora sí, pondrían orden en el transporte. Al inicio de sus administraciones, todos acusaron abierta o soterradamente a su antecesor de que les dejaron un tiradero, pero que esta vez sí cambiarían las cosas. El anuncio que hizo el Gobernador Enrique Alfaro antier es un déjà vu de otros anuncios que ya hemos escuchado antes. Poco nuevo se dijo y en cambio mucho de lo mismo se repitió. El problema del transporte público sigue siendo el mismo, por lo que no hay mucho nuevo que hacer, excepto lo que nunca se ha hecho: ofrecer un servicio público digno, seguro y accesible, sin importar qué intereses se opongan.

Recuperar la rectoría del Estado sobre el transporte no es una propuesta novedosa, sino una responsabilidad histórica incumplida. Desde luego que no es culpa de la actual administración, sino de las anteriores. Sin embargo, no deja de ser una paradoja que uno de quienes no cumplieron en el pasado hoy se presente como alguien que cumplirá, señalando a otros, como el caso del Secretario de Transporte: uno de los responsables del fracaso del penúltimo intento en el sexenio de Emilio González Márquez. Cualquiera tiene derecho a una segunda oportunidad, pero Diego Monraz tendrá que dar resultados y rendir cuentas como hasta ahora no lo ha hecho. Hay que reconocerle que se puso plazos fatales que lo comprometen públicamente.

El reordenamiento del transporte no es un asunto técnico ni de voluntad política, sino de autoridad y gestión. Los avances tecnológicos hoy permiten avanzar mucho más que antes y la voluntad política ha sobrado, al menos en el discurso. Lo que se requiere es autoridad para, como diría el Presidente López Obrador, meter en cintura a "la mafia del pulpo camionero" y mucha gestión para que las medidas anunciadas sucedan. El reto no está en la formulación de políticas del transporte, sino en su implementación.

De los cinco mil camiones en circulación, la mitad son irregulares: no tienen permiso ni están debidamente registrados. Que la mitad de las unidades del transporte sea, para efectos prácticos, pirata, refleja el enorme desorden que impera. En 2014 se pagaron 38...

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