David Gómez Alvarez/ El desvanecimiento del Estado

AutorDavid Gómez Alvarez

La política ya no es lo que fue. Tan atentos hemos estado del cambio de régimen, que nos hemos olvidado por completo del cambio mismo de la política. La interminable transición mexicana a la democracia ha sido tan extenuante, que hemos puesto poca, sino es que nada de atención en la política como tal. No hay que olvidarlo: al igual que nuestro parchado arreglo institucional, la política aún se encuentra en transición. Todos los días cambia, nos sorprende: unas veces para bien, otras para mal. No hay remedio, así es la política.

De ahí que la forma de hacer política que conocimos hace, digamos, veinte años, poco o nada tiene que ver con la política de fin de siglo. No sólo se dejó de usar guayabera: también se dejó atrás un tipo de discurso. Para decirlo en pocas palabras: se cambió por completo la forma de hacer y entender la política. ¿Quién podría estar hoy en desacuerdo con la democracia? Nadie. Por lo menos no abiertamente. Hay un consenso que antes no existía. Ahora, sin excepción, todos presumen de demócratas, propios y extraños. Sin embargo, en el imaginario colectivo de muchos mexicanos, que no ven en la democracia la solución a sus problemas, aún ronda el fantasma del autoritarismo. Tiempos mejores, los de la presidencia imperial en que la política era patrimonio de unos cuantos. Como diría Quevedo, ayer pasó y mañana no ha llegado.

Por todo esto, no es exagerado pensar que la política de hoy, tampoco se parecerá a la política del futuro. Lo más probable es que la política por venir sea completamente distinta de lo que hoy conocemos como democracia, por nombrar la moda.

No obstante el cambio democrático que hemos vivido en los últimos años, la política sigue siendo uno de los oficios más despreciados en todo el mundo, aunque en México pareciera más patente que en ningún otro sitio. La extendida reprobación de la política se debe, entre otras razones, a su tremenda ineficacia y a su ostentosa corrupción. La política, lejos de cohesionar, divide a los mexicanos. En el fondo, lo que estamos viendo es un peligroso cuestionamiento de la política como medio para lograr los acuerdos fundamentales para que el País salga adelante. La gente no cree en los políticos: los desprecia y los adula, las dos cosas al mismo tiempo. De ahí que se pueda explicar más fácilmente la emergencia de un nuevo actor central de la política que, paradójicamente, no es político. Me refiero desde luego al ciudadano. Amén de las bondades y defectos de la...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR