EN EL DEBATE / Año de contrastes

Roberto Arias de la Mora

Estoy realmente muy agradecido con la invitación para intentar hacer un apretado balance de lo sucedido en nuestro Estado durante este año que está por terminar, porque literalmente me obligó a realizar un alto en el camino para volver la vista atrás por un momento. Además de saborear lo que hemos vivido juntos a lo largo de estos ya casi doce meses, el ejercicio me permitió constatar las luces y sombras que, como sociedad, hemos vivido los jaliscienses en 2015.

Por supuesto que habré de comenzar por las luces que, aunque suelen ser más discretas que las sombras, la buena noticia es que definitivamente sí las hemos tenido. Desde mi muy particular perspectiva, me parece que la más significativa de todas las luces fue la que iluminó la esperanza de cambio pacífico y positivo que la mayoría de los jaliscienses anhelamos de corazón y que se apreció nítidamente durante la jornada electoral del pasado 7 de junio.

Me apresuro a responderles a quienes decidieron observarla a través del lente de alguna expresión partidaria específica, que más allá de los resultados electorales obtenidos en el pasado ejercicio, lo más destacable de esta luz democrática fue constatar que seguimos siendo más los que apostamos por dirimir nuestras diferencias de posición política por vías institucionales.

Una lección que definitivamente no es menor si la contrastamos con la que, quizás, sea la mayor sombra que padecimos los jaliscienses en este 2015 y que tiene que ver con la sombra de la violencia que se expresó por igual en las calles con los escandalosos narcobloqueos o las innumerables expresiones de violencia y muerte que se han suscitado a lo largo y ancho del territorio del Estado, que al interior de las propias familias jaliscienses y cada uno de sus integrantes y que han llevado, a no pocas personas, a la extrema decisión de violentarse a sí mismas, quitándose deliberadamente la vida.

Entre la brillantez de esa luz democrática y la enorme sombra de la violencia es donde podemos ubicar las más variadas expresiones de luces y sombras de nuestra intensa vida pública: ahí tenemos por ejemplo, el signo más grandioso del cambio hacia una movilidad urbana más sustentable, expresado a través de la obra de infraestructura como lo es la construcción de la Línea 3 del Tren Eléctrico Urbano, el Tren Ligero, con su enorme sombra de opacidad y sus previsibles efectos negativos que vendrán a repercutir sobre una, ya de por sí violentada, dinámica...

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