EN EL DEBATE / El clima y el futuro

Sofía Hernández

Ante los sucesos ocurridos en las últimas semanas en Jalisco -el arrastre de lodo en San Gabriel, ríos en las calles de Bosques de Santa Anita, megagranizadas en Guadalajara- es imposible no preguntarnos qué está ocurriendo en nuestro entorno: ¿qué está causando estos fenómenos?, ¿por qué generan tanto impacto?, ¿las lluvias son atípicas?, ¿son granizadas de proporciones que antes no ocurrían aquí?, ¿tienen vinculación con el cambio climático?

Cuando buscamos respuestas, ¿volteamos arriba o volteamos abajo?

Para muchos resultará instintivo voltear hacia arriba, pensar en que las lluvias son más intensas, que los vientos van a mayor velocidad, que llueve más cantidad de agua en rangos menores de tiempo, que los granizos son más grandes. Sería muy aventurado decir que el cambio climático es una de las causas sin estudios que así lo demuestren; lo que resulta claro es la tendencia de aumento en la frecuencia e intensidad de estos eventos y sus afectaciones.

Entonces, ¿qué pasa si también volteamos abajo? No sólo centrarnos en las lluvias, megagranizos y cambio climático, sino voltear a ver nuestro territorio, nuestras calles, nuestros bosques; ahí podremos encontrar tanto respuestas como oportunidades para la acción.

Cuando la lluvia cae en un entorno natural con cobertura de vegetación, las gotas pierden velocidad al chocar con las copas de los árboles y el follaje de las plantas; una gran parte del agua se almacena en el suelo y las raíces de los árboles, otra se infiltra a mayor profundidad hasta incorporarse a los acuíferos, y en una menor proporción está el agua que escurre y sigue su camino por la superficie, hasta formar arroyos y ríos. Sin embargo, en un entorno urbano nada detiene la fuerza y velocidad de las gotas, muy poca agua se almacena y prácticamente nada se infiltra, así que la abrumadora mayoría del agua pluvial escurre por las calles de las ciudades, se acumula y cubre lo que encuentra en su camino.

En esta lógica, las áreas verdes y el entorno natural inmediato, como es el Bosque La Primavera para Guadalajara, representan esponjas que ayudan a la Ciudad en la contención de riesgos; sin embargo, si estos ecosistemas son afectados por incendios, deforestación, modificación de cauces y cambio de uso de suelo, sus bondades se limitan o revierten y se vuelven entonces en catalizadores de la vulnerabilidad del entorno, lo que hace que las personas, los servicios y la infraestructura sean más susceptibles a ser...

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