Debaten cita con Lozano

AutorMiguel Ángel Granados Chapa

MÉXICO.- Dos errores o abusos cometidos por Francisco Ramírez Acuña, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, al final de la sesión anterior, la del jueves 22, le costaron una retahíla de reproches y la rectificación del acta para que diga la verdad de lo ocurrido entonces y no una versión endulzada como se quiso hacer constar.

Habitualmente un mero trámite, desahogado aun sin la atención de los presentes, esta vez la discusión del acta de la sesión anterior dio lugar a un debate principal (y varias discusiones derivadas) en que participaron veinte oradores y se empleó hora y media de la sesión de cinco horas.

Tan peculiar fue el caso, que dos de los tres vicepresidentes de la Mesa Directiva formularon reproches al presidente, que a veces les delega sus propias responsabilidades.

Ramírez Acuña lo hizo el jueves 22 con el tercer vicepresidente, su tocayo Salazar, quien por la ausencia presidencial se encargó de dirigir la comparecencia del secretario del Trabajo, su sucesor en el cargo, por cierto.

Tan difícil fue la encomienda que Salazar decretó dos recesos, acaso para hacer tiempo y esperar la llegada de Ramírez Acuña, que estuvo en el Senado en la sesión solemne de otorgamiento de la medalla Belisario Domínguez, post mortem, a Antonio Ortiz Mena.

Tan pronto se hizo cargo de la sesión, la suspendió y, enseguida, dio por concluida la comparecencia de Javier Lozano y por cumplido el compromiso de éste con la Cámara. Lo supiera o no, era falso que la comparecencia hubiera concluido. Iba apenas en la segunda de tres partes.

En la primera, Lozano había hablado 10 minutos. En la segunda, los partidos tomarían posición ante lo dicho por el secretario. Sólo dos grupos habían consumado su participación. Faltaba el tramo más importante, las preguntas y respuestas al y del compareciente.

Su presencia había sido mal acogida por diputados del PT, sobre todo, y del PRD, que lo zarandearon verbalmente y uno de ellos, el tabasqueño Adán Augusto López, le arrojó un puñado de billetes, en parodia con lo que se hace con los electricistas del SME y le pidió: tome su indemnización y váyase.

Poco después, ingresó a la galería una docena de dirigentes del sindicato de marras, con diputados que vestían ropa de trabajo de los electricistas. Los gritos que profirieron no fueron...

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