Deja Nacho Coronel herencia roja

MURAL / Staff

La muerte de Ignacio, Nacho, Coronel Villarreal dejó una herencia roja en Jalisco: decapitados, descuartizados, ataques multitudinarios y ejecuciones a diario.

Abatido el 29 de julio del 2010 durante un operativo que realizó el Ejército en la Colonia Colinas de San Javier, el fallecimiento del capo fue el detonante para que la violencia que se vivía en el País se estableciera, definitivamente, en la entidad.

En los primeros seis meses del año ha habido 349 personas asesinadas a balazos, sin embargo, no se sabe cuántas están relacionadas con el crimen organizado.

No obstante, los homicidios por arma de fuego registrados este año superan ya las muertes por accidentes viales, que eran la primer causa de muerte, según el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses.

Nacho Coronel inició su dominio en Jalisco a finales de los 90 al ocupar el vacío en el poder del narcotráfico en la entidad que dejaron los hermanos Lupercio Serratos, indicaron fuentes policiales.

Tras superar la oposición del Cártel del Milenio, aliados del de Sinaloa -al que pertenecía Coronel Villarreal-, el capo manejaba la plaza de una manera más "discreta", sin dejar cuerpos mutilados en la vía pública o realizar ataques en público.

Antes de ultimar a sus víctimas, la gente de Coronel trataba de negociar, incluso, cuando había una investigación en su contra, se "compraba" a las autoridades en lugar de ejecutarlas.

Así fue por casi una década, hasta abril del 2009, cuando fue asesinado Carlos Alberto Rayas, jefe de la División de Homicidios...

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