Los delirios de Gaudí

AutorEnrique González

¿Descanse en paz Gaudí?

Resulta difícil que se cumpla esta frase. Difícil porque a 150 años de su nacimiento, Antoni Gaudí i Cornet escucha desde su tumba, ubicada en el interior del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, el ruido de las máquinas y hombres intentando culminar su obra cumbre, al tiempo que percibe el rumor de Barcelona, producto de las caminatas y expresiones de admiración de miles, tal vez millones, de turistas de todo el mundo convocados por ese esfuerzo de volverlo a la vida: el Año Internacional Gaudí.

El encanto levantado por las caprichosas formas de La Pedrera (Casa Milá), el interés de poder ingresar por única ocasión este año a la Casa Batlló -para muchos el punto más alto del estilo gaudiano-, el placer de recorrer al lado de una docena de japoneses, un quinteto de suecos y un puñado de alemanes las maravillas de la arquitectura orgánica presentes en el Park Güell, han generado un impulso turístico que Barcelona no veía desde los Juegos Olímpicos del 92.

Y todo porque resulta imposible para el visitante rehuir al llamado de Gaudí.

Compitiendo al tú por tú con cualquier marca refresquera, de brandies, ropa deportiva o automóviles del año, la publicidad destinada a promover el Año Gaudí inunda la Ciudad Condal.

"Todo un Año para Descubrir a Gaudí", es la frase que adorna los miles de pendones a lo largo del puerto, acompañada de la fotografía de alguna de las obras del arquitecto nacido en Reus.

Esto sin contar la inmensa cantidad de carteles anunciando el montaje teatral "Gaudí, el Musical de Barcelona", folletos con la ubicación de las casas en Barcelona, paradas de camión anunciando alguna exposición en la Sagrada Familia o los pósters, llaveros, biografías, calendarios y demás parafernalia que se puede conseguir en Las Ramblas, el paseo peatonal por excelencia.

Gaudí con lupa

Siguiendo el precepto gaudiano de prestarle la misma atención al pequeño detalle y a la gran columna, el Ayuntamiento de Barcelona se cuidó lo mismo de preparar con esmero la visita a la Casa Calvet -a la que sólo pueden ingresar unas 50 personas por semana-, que a la Sagrada Familia, recinto que supera los mil visitantes diarios.

Sin embargo, las críticas no han faltado, sobre todo las que cuestionan el hecho de que no todas las fincas de Gaudí puedan ser visitadas al interior, debido a su carácter privado. A pesar de que el Año Gaudí ofreció apoyos económicos y de asesoría en restauración a todos los propietarios, sitios como la Casa...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR