Denise Dresser / Decir lo obvio

AutorDenise Dresser

- En una democracia, el Presidente no se burla ni se ríe de las víctimas de la violencia. No usa la investidura y el púlpito más poderoso del país para humillar, denigrar, difamar o cuestionar la legitimidad de sus críticos o de la oposición. No promueve desafueros ni se molesta porque no le aplauden ni ve complots o golpismo en cada cuestionamiento. No se victimiza para después victimizar.

- En una democracia, el gobierno no utiliza la publicidad oficial para beneficiar a medios afines y castigar a medios críticos. No compra conciencias ni induce cobertura favorable ni permite plataformas pagadas con dinero público a sicofantes silenciosos. No financia a intelectuales orgánicos que varían de sexenio a sexenio, conforme cambia el Mecenas o el Ogro Filantrópico.

- En una democracia, el gobierno no subordina la salud a la política, o la ciencia a la popularidad. No manipula los datos o desvía recursos para hospitales que nunca se construyen o sustituye quimioterapias por agua oxigenada o culpa a otros por la escasez de medicamentos o utiliza distractores para minimizar los estragos de una pandemia y una crisis económica.

- En una democracia no hay pueblo "bueno" o pueblo "malo". No hay "nosotros" beneficiados ni "ellos" vilipendiados. Hay simplemente ciudadanos con derechos consagrados en la Constitución. El Presidente gobierna para todos y no sólo para su tribu o sus cuates o su base electoral o la mutante mafia en el poder.

- En una democracia, el gobierno tiene la obligación de rendir cuentas sobre cada peso recabado, y transparentar su uso de acuerdo con el presupuesto aprobado. No puede desviarlo para fines políticos, partidistas, personales, o en beneficio de élites impunes que se rotan de sexenio en sexenio, dependiendo del partido en el poder. No puede ignorar su responsabilidad fiduciaria para comprar aviones de lujo o financiar rifas ridículas. No permite conflictos de interés para Casas Blancas o hermanos piadosos.

- En una democracia, las instituciones judiciales y de investigación financiera no funcionan a partir de agendas políticas ni instrucciones presidenciales. Actúan de oficio. No son utilizadas para perseguir o amedrentar a los adversarios o para proteger a los amigos. No cierran los ojos ante los casos de corrupción o abuso cometidos por sus colaboradores o presidentes pasados, sólo para abrirlos en función de una consulta popular o un imperativo electoral. No aplican la justicia selectivamente, ignorando casos como la...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR