Denise Dresser / Muerte necesaria

AutorDenise Dresser

Partidizar el pleito. Polarizar al país. Pelear contra el crimen organizado pero selectivamente. Trabajar de manera coordinada con los estados donde gobernaba su partido pero dejar solos a los estados donde gobernaba la oposición. Proveer asistencia a sus amigos y negarla a sus adversarios, para después acusarlos de negligencia. Eso es lo que hizo Felipe Calderón cuando peleó la guerra contra al narcotráfico. Eso es lo que hace Enrique Peña Nieto al librarla de la misma manera. Y con efectos similares: la violencia criminal es cinco veces mayor en los estados gobernados por la izquierda.

El Estado mexicano no busca el monopolio de la violencia; la tolera para castigar a sus enemigos políticos.

"Administrando" la violencia es vez de reprimirla. Coadyuvando y protegiendo a sus correligionarios pero desprotegiendo los sitios gobernados por el PRD. Buscando -de esa manera- obtener beneficios electorales, sin que importe la protección de la población. Produciendo -con una pelea selectiva- un aumento en los niveles de violencia en ciertas regiones. Llevando la expansión de los cárteles y sus socios criminales a nuevos mercados, al secuestro, al tráfico de personas, al esparcimiento de la violencia de forma inequitativa. A un país donde el gobierno en turno la combate cuando quiere.

Como quiere. Como se le da la gana. Subordinando la seguridad nacional al conflicto partidista. Todo para debilitar a la oposición izquierdista que fue y sigue siendo una amenaza electoral. Esa es la conclusión a la que llegan Guillermo Trejo y Sandra Ley en el estudio "Federalismo, drogas y violencia: Por qué el conflicto partidista intergubernamental estimuló la violencia del narcotráfico en México". He allí la estrategia diseccionada, analizada, expuesta. En la regiones subnacionales gobernadas por el partido del Presidente o por la "oposición leal", el gobierno federal apoyó a sus copartidarios en los gobiernos estatales y municipales en el manejo de las grandes espirales de violencia criminal. Y se apropió del crédito que se derivó de la respuesta coordinada.

Pero en estados gobernados por la izquierda, el gobierno se lavó las manos. No cooperó con las autoridades locales. Buscó castigar a alcaldes o a gobernadores dejando que enfrentaran por sí mismos la escalada de violencia. Diseñó unilateralmente estrategias de intervención militar y policial sin compartir información con ellos. Los expuso como corruptos e ineptos...

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