Denise Dresser / Toca regular
Autor | Denise Dresser |
Aquí las razones para apoyar el proceso de pacificación anunciado por el gobierno en puerta, que incluye la despenalización de la marihuana:
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Porque la futilidad de la guerra contra las drogas -librada como se hace hoy- es cada vez más obvia. Más evidente. Más dolorosa. No ha contribuido a combatir la violencia, la ha exacerbado. No ha desactivado al crimen organizado, más bien ha contribuido a su enquistamiento y expansión. No ha resuelto los problemas históricos de corrupción política y complicidad gubernamental; tan sólo ha ayudado a profundizarlos.
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Con el nuevo gobierno, México tiene la oportunidad de determinar su propio destino y tomar decisiones que fortalezcan su seguridad nacional, al margen de lo que exige el gobierno estadounidense. La estabilidad política y la cohesión social están en juego, como lo han demostrado los últimos diez años de hacer lo mismo, sólo con peores resultados.
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Sería la manera de romper la adicción de los antecesores de AMLO a una política de drogas fallida que ha llevado a dedicar cada vez más recursos, más dinero, más armas y más tropas a una guerra que jamás podrá ser ganada.
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Si no transitamos a un nuevo paradigma, serán otros seis años de militarización y muerte, pero con un Estado cada vez más débil y más ineficaz. El deterioro de la situación de seguridad seguirá siendo progresivo y letal.
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La despenalización de la marihuana para uso recreacional y medicinal podría convertirse en instrumento -entre otros- capaz de encarar un mercado demasiado poderoso como para ser vencido por cualquier gobierno. Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón intentaron desmantelarlo y fracasaron. La legalización, acompañada de una regulación estatal robusta, podría romper la estructura económica que produce ganancias descomunales para mafias incontenibles. Y ése sería un primer paso para disminuir la violencia, contener la corrupción y pacificar a México.
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Ya hay ejemplos exitosos en numerosos países y estados de la Unión Americana que pueden ser emulados, donde la despenalización avanza y la regulación funciona. El cobro de impuestos a su comercialización provee de recursos cuantiosos a gobiernos que los usan para proveer bienes públicos.
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El lema de viraje debería ser como el del estado de Colorado y otros que han despenalizado: "hagamos negocios, no la guerra". A partir de la regulación gubernamental del cannabis en 2012, los impuestos sobre su comercialización han generado ingresos dedicados a la construcción de...
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