Desafía a Humala conflicto minero

AutorOctavio Pineda

Corresponsal

BOGOTÁ.- El Presidente de Perú, Ollanta Humala, enfrenta un creciente reto para desactivar conflictos sociales frente a ambiciosos proyectos mineros.

En un difícil equilibrio, advierten expertos, debe ser capaz de atender los reclamos de los manifestantes, en su mayoría agricultores y lugareños afectados, y al mismo tiempo transmitir confianza a la inversión privada y extranjera en un sector clave para la economía, en particular para las exportaciones.

La prueba de fuego para Humala fueron las recientes protestas, los bloqueos y la huelga que aquejaron a la norteña y pobre región de Cajamarca ante los planes de vaciar cuatro lagunas para extraer oro del subsuelo como parte del proyecto Conga, valuado en 4 mil 800 millones de dólares.

Las protestas obligaron al Mandatario a decretar el estado de emergencia en cuatro provincias y a desplegar al Ejército -medidas vistas como autoritarias y como un giro a la derecha-, lo que se tradujo hace una semana en la salida de su jefe de Gabinete y todo un remezón ministerial.

"Ha sido la primera prueba de fuego para el actual Gobierno, en términos de compatibilizar las demandas de la población con las de la inversión", dijo a MURAL Giovanna Peñaflor, directora de la consultora Imasen.

Como prometió en campaña, en septiembre Humala concertó con las lucrativas empresas mineras un nuevo régimen tributario con el que espera recaudar unos mil millones de dólares adicionales al año.

Estos recursos adicionales se destinarán, según el Mandatario, a financiar proyectos de infraestructura en zonas marginadas, programas más ambiciosos de inclusión social y a remediar estragos ambientales.

Pero para aumentar el recaudo de las regalías, es importante que la inversión en el sector minero no se descarrile si el Mandatario privilegia únicamente los reclamos de los manifestantes, que, acotan, algunas veces arrastran rezagos de tiempo atrás, como el desabasto de agua en ciertas regiones.

"Humala ha tratado de encontrar un equilibrio que a la gente todavía no le gusta: sectores populares quieren que se defina...

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