Dos sedes, dos ideas

AutorLuis Homero Echeverría

ENVIADO

CHONJU, Corea.- Tal vez sean coorganizadores o posean la suficiente infraestructura, modernidad y economía para albergar una Copa del Mundo, pero entre Japón y Corea del Sur la diferencia en instalaciones estriba en el concepto del futbol, en el estar acostumbrado a este tipo de competencias y facilitar las situaciones antes que complicarlas.

La estética es un punto que no se discute y que aparece tanto en suelo nipón como coreano, con escenarios en combinación con la naturaleza, de miles de colores, figuras, formas e interpretaciones que van acorde a la historia de cada ciudad sede.

Ahí está el Gran Cisne de Niigata, en medio de una laguna, o el Gran Ojo de Oita, que su construcción asemeja precisamente un ojo en lo alto de la montaña. En Corea, está el Estadio Munsu, al lado del emblemático Monte Munsu en Ulsan o la ola que parece formar el techo en el estadio de Seogwipo, justo en una zona de playa.

Sin embargo, fuera de las presentaciones visuales, entre los escenarios de Corea y Japón hay una gran diferencia: la funcionalidad y comodidad para quienes asisten a ver el juego o trabajan en él.

En Japón, la mayoría de los escenarios mundialistas se encuentra en las afueras de las ciudades, pero no sólo a unos minutos, sino a horas completas de traslado, construidos en zonas montañosas generalmente, donde la urbanización no va más allá del mismo estadio.

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