Eduardo Caccia / Aliento espacial

AutorEduardo Caccia

Cuando se trata de comprar y vender algo, los seres humanos somos todo, menos racionales.

En breve, una casa de subastas estadounidense venderá una pieza tan única como insólita; un pequeño frasco con el aliento de los astronautas de la epopéyica misión del Apolo 11, Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins.

Aunque la pregunta es obligada, ¿quién querría gastar su dinero en algo así?, lo invito a que formule una más interesante: "¿Cómo podría yo vender frascos con mi aliento?", ¿se imagina el negocio?

Hermann Göring, nazi de altísimo rango, segundo de abordo después de Hitler (designado para sucederlo en caso de faltar éste) y comandante supremo de la Luftwaffe, acumuló un enorme poder político y militar que le permitió desahogar una de sus debilidades: la colección de arte. Aprovechando su condición de poder y no siempre por fines legales, Göring, recorriendo Europa, se hizo de una valiosísima obra que incluso mereció ser catalogada para recuerdo de la historia, en el libro "Beyond the Dreams of Avarice".

Caído en desgracia al final de la Segunda Guerra Mundial, como la mayoría de los nazis, atrapado y sentenciado a morir en la horca por crímenes contra la humanidad, Göring pasó tal vez uno de sus tragos más amargos al descubrir que una de sus pinturas más queridas, un Vermeer, por el que había pagado lo que hoy serían 10 millones de dólares al comerciante de arte holandés Han van Meegeren, resultó ser una obra "pirata", una vil, pero extraordinaria falsificación.

La anécdota es contada en las conferencias de la organización TED durante la participación de Paul Bloom, "Los Orígenes del placer", para demostrar el poder de la mente sobre nuestras creencias y por ende, nuestros actos.

La copia del Vermeer era tan buena, que sólo la confesión de van Meegeren, para salvarse de los cargos de traición a la patria por haber vendido un tesoro nacional a un nazi, hicieron que se conociera la verdad, y de paso, hicieron que los 10 millones de inversión de Göring se redujeran a escombros.

¿Por qué si el cuadro maravillaba a todos, una información provocó que no valiera nada?

La respuesta está en el mismo motivo por el cual habrá gente dispuesta a comprar el aliento condensado de los primeros hombres en llegar a la Luna. Me he referido al tema en este espacio...

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