Eduardo Caccia / Decapitaciones

AutorEduardo Caccia

Samuel Paty, 47 años, profesor universitario de historia y geografía en Francia. ¿Su delito? Mostrar las caricaturas de Mahoma en su clase donde se discutía sobre libertad de expresión. ¿Su suerte?: decapitado a plena luz del día, al grito de "¡Allahu Akbar!" (¡Dios es el más grande!), por un joven de origen checheno.

Juan Díaz Mazadiego, funcionario público de carrera, director general de Facilitación Comercial y Comercio Exterior de la Secretaría de Economía. ¿Su delito? Haber trabajado en ese puesto durante dos sexenios. ¿Su suerte?: "decapitado" en plena homilía mañanera por un presidente de la República de origen tabasqueño, al grito de "Si estuvo en el sexenio de Calderón y en el sexenio de Peña, en ese cargo, y está en el sexenio nuestro con ese cargo... pues no puede estar".

Fanatismo ideológico, cerrazón, impulso por exterminar sin escuchar, sin entender al otro, sin darle la oportunidad de defenderse siquiera. Las posturas ideológicas extremas tienen un común denominador: erradicar a quienes consideran sus adversarios. Los seguidores de la autollamada Cuarta Transformación dirán que exagero al comparar las dos decapitaciones, están en su derecho. En el fondo, la condición humana comparte motivaciones similares, si bien los actos materiales en Conflans-Sainte-Honorine y la fatwa ordenada en Palacio Nacional son distintos. En uno se usó un filoso cuchillo de carnicero, en el otro la palabra lapidaria del profeta, empeñado en cortar, dividir y refrendar su profunda intolerancia. En ambos casos se le niega al otro el derecho a estar.

Conste: no estoy defendiendo al funcionario a quien AMLO le ha cercenado la vida pública. No lo conozco. He leído referencias de que su trabajo era bueno. Lo grave es que el Presidente le cortó la carrera por haber trabajado en dos sexenios anteriores, ¿está eso tipificado como delito? (Sospechosamente, no pensó lo mismo con

Manuel Bartlett). Además, el señalamiento sobre el funcionario viene de un periodista, durante la conferencia de prensa. Lo prudente sería que, si hay sospecha o averiguación en proceso (el propio Presidente dice: "se está haciendo un trabajo de investigación"), se considere la presunción de inocencia. Si resultase culpable, que se le aplique la ley.

El fanatismo, como la Inquisición, disfruta el linchamiento público donde basta la sospecha para armar el cadalso y llamar al verdugo. No hay espacio para la...

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