Enrique Krauze / El castigo democrático

AutorEnrique Krauze

Según los agoreros de siempre, el 5 de junio fue un día negro para la democracia. Que si los electores ya no creen en nada, que si fue el proceso más turbio del que se tenga memoria, que si el INE pecó de triunfalista, que si falló el PREP. No sé en qué país viven. O sí sé: viven en el país de su ideología, en el que la realidad no cuenta. O en el país de su vanidad, en el que siempre dicen lo que su público aplaudidor quiere oír, aunque sean mentiras. O en el país de su dogmatismo, donde sólo es democrática la victoria de su partido o candidato. Lo que objetivamente ocurrió el 5 de junio en México fue un paso más en la construcción de la democracia.

En su corolario a La sociedad abierta y sus enemigos (publicado originalmente en The Economist, que lo reprodujo en su edición del 31 de enero de 2016), Karl Popper terminó por definir a la democracia no por el bien que potencialmente alcanza sino por el daño que impide. El acto decisivo de la democracia es la capacidad de castigar con el voto al mal gobernante separándolo del poder.

La historia del siglo XX habría sido otra si muchos pueblos sujetos a la dictadura o al mal gobierno hubiesen podido librarse, no mediante el tiranicidio (como prescribían Santo Tomás y el padre Mariana) o una revolución (como tuvo que ocurrir en 1910 en México) sino con el arma letal de los votos. En ocasiones, el castigo se lleva a cabo mediante un Referendo revocatorio (como el que prescribe la Constitución bolivariana que Maduro se niega a acatar). En general, la salida del gobernante ocurre al cumplirse el plazo electoral.

Nada garantiza que el voto mayoritario lleve al poder a los mejores (de hecho, a menudo, ocurre lo contrario) pero el ejercicio periódico y legal del voto disminuye el daño con la esperanza de que el nuevo gobernante se desempeñe razonablemente bien, porque de no hacerlo será a su vez castigado. Puede no haber límite a esta progresión. Pero con sus diversas variantes en el sistema electoral, este procedimiento es lo mejor que ha inventado la humanidad para gobernarse. Esta idea minimalista de la democracia refrenda la famosa frase atribuida a Churchill: "es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los otros".

Los ciudadanos han aprendido a castigar con el voto. Lo hicieron en Nuevo León, con el gobierno de Rodrigo Medina. Y el pasado 5 de junio lo han vuelto a hacer en varios estados y municipios donde votaron por la alternancia, notablemente en los casos de Veracruz y Tamaulipas...

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