Enrique Krauze / Lechuga: el humor inteligente

AutorEnrique Krauze

A mediados de los sesenta, los muchachos de entonces veíamos con gusto un programa llamado "Chucherías" en el que Chucho Salinas (periodista circunspecto y profesional) entrevistaba a un risueño y despistado personaje del pueblo, Héctor Lechuga, quien aparecía con los atavíos y el lenguaje desparpajado de un plomero, un taxista, un peluquero, un burócrata. Salinas le preguntaba su opinión sobre temas de la vida cotidiana y Lechuga respondía de manera candorosa. Pero, poco a poco, las respuestas subían de tono e iban aludiendo a situaciones y personajes políticos (candidatos, ministros, presidentes) hasta volverse tan comprometedoras que Salinas suspendía la entrevista a como diese lugar, corriendo a Lechuga mientras éste (lenguaraz y dizque distraído) seguía musitando tremendas revelaciones.

Recuerdo, por ejemplo, un programa sobre el regente del Departamento del D.F. Ernesto P. Uruchurtu, sonorense conocido por su disciplina y mano dura. A pregunta expresa de Salinas, Lechuga comenzó a cantar (con la tonada de la canción porfiriana "Coronelas") esta letra: "Cucurucho, Cucurucho, la Bondojo, te agradece, el agua, potable, que tiene desde ayer". Y enseguida comenzaba a echar pestes sobre los problemas de la ciudad. Salinas detuvo la perorata, pero el apodo prendió: "Cucurucho". Y Uruchurtu tuvo que tolerarlo, de buen o mal grado.

Otro invento del dueto fue "Juan Derecho". Lechuga representaba a personajes torvos que abusaban de la gente, pero de pronto aparecía Salinas, Superman mexicano (algo enclenque) blandiendo el chicote de la justicia. Mi abuela Clara se moría de la risa con él y nos amenazaba con invocarlo.

Salinas y Lechuga provenían de la sátira política en teatros y carpas. Quizá su primer exponente fue Roberto "el Panzón" Soto. A raíz del asesinato de Obregón, Soto encaró a Plutarco Elías Calles con obras de crítica como "Según te portes, Gil", burla que aludía a la dependencia del presidente interino Emilio Portes Gil con respecto al temible Jefe Máximo. Cuando surge la pregunta "¿quién mató a Obregón?", alguien responde "¡Cálleeessee!".

Aunque Cantinflas practicó ese tipo de humor, su idiosincrática genialidad era más bien verbal. Y si bien hubo otros cómicos maravillosos en el cine (Consuelo Guerrero de Luna, "Chicote", "Chaflán"), su perfil no era político, quizá porque el medio no lo permitía. El teatro siguió siendo el sitio natural de la sátira política hasta la época de Alemán, cuando brilló Jesús Martínez...

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