Enrique Krauze / Medicina política

AutorEnrique Krauze

Los filósofos griegos equiparaban la responsabilidad de un dirigente político con la de un médico. Ambas vocaciones debían servir a la salud -la salud del paciente y la salud de la sociedad- y suponían dos virtudes esenciales: el desinterés y el conocimiento.

El argumento del desinterés en la medicina y la política -me informa mi amigo, el filósofo Julio Hubard, a quien debo las citas- está en la República de Platón. Sócrates persuade a Trasímaco de que el médico, si lo es cabalmente, examina y dispone lo mejor para el enfermo, no para sí mismo. El médico, le explica, se parece al piloto, "que es gobernante de marineros, y no un marinero". Como piloto-gobernante "atenderá y dispondrá" lo que "le conviene no a él sino al marinero-gobernado". Trasímaco lo admite a duras penas. Finalmente, Sócrates concluye:

Entonces, Trasímaco, en ningún tipo de gobierno aquel que gobierna, en tanto gobernante, examina y dispone lo que le conviene a él, sino lo que conviene al gobernado [...] para quien emplea su arte. Con la vista en el gobernado y en lo que al gobernado conviene, el gobernante dice todo lo que dice y hace todo lo que hace.

La vindicación del conocimiento en la política y la medicina está en la Política de Aristóteles:

[...] los médicos, cuando están enfermos, mandan llamar para sí mismos a otros médicos. Parece entonces que puede aplicarse el mismo principio a la elección: el elegir bien es misión de los expertos.

Karl Popper, el gran teórico de la sociedad abierta, criticaba la idea del gobierno de los expertos por ser limitativa para la democracia, pero el tema aquí no es el procedimiento de elección sino la calidad ética del liderazgo democráticamente electo. Y en el México de hoy esa calidad ética está en entredicho. La politización de la medicina daña al paciente y a la sociedad.

El doctor López-Gatell no actúa como médico sino como político. La historia consignará sus frases tristemente célebres como "la fuerza del presidente es moral, no es una fuerza de contagio" o sus diagnósticos de la "sospechosa sincronía" del Wall Street Journal, New York Times, El País en la publicación de cifras de enfermos y fallecidos que refutaban sus datos. Este escamoteo de la información es ya de suyo una falta mayor a su responsabilidad como servidor público (eso es lo que es, no un servidor del presidente) porque el ocultamiento o maquillaje de la verdad no contribuye a la acción responsable y autónoma...

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