'Lo que esperas es ya morir de un tiro'

AutorGabriel Trujillo

Acuchillado, quemado, con los ojos llenos de infección y el cuerpo fracturado, "Pedro" se preguntaba a sí mismo por qué lo habían torturado. No tenía explicación.

Estar en el lugar equivocado ocasionó que sicarios lo privaran de su libertad y lo llevaran a una casa de seguridad en Chapala, de donde lo rescataría la Fiscalía cinco días después.

"Los golpes que me daban, las preguntas que me hacían; era totalmente confuso. Lo que esperas es mejor morir de un tiro a seguir soportando la violencia física", aseguró.

El 10 de junio, a mediodía, "Pedro" llevó a unas personas a un poblado.

Se bajaron de su vehículo y todo lucía normal. Ya se iba cuando sintió el golpeteo de al menos tres pistolas en el vidrio del coche. En ese momento no sabía qué pasaba.

"Me aferré a la idea de seguir lo que ellos me dijesen", contó.

Lo sacaron de su coche, lo subieron a otro y le taparon la cara con su propia camiseta.

Le agacharon la cabeza en los asientos de atrás y, mientras el carro avanzaba, su espalda sonaba como un tambor por los cachazos que le daban.

Llegando a la "narcocasa" le encintaron manos y pies. Luego lo arrodillaron en una sala, con los ojos vendados.

"En el peor de los casos mi mente pensaba: voy a encontrar aquí mi final", recordó "Pedro".

Las patadas y puñetazos le ablandaron el abdomen, las costillas y la cara. Cuando se sofocó lo arrastraron a otra parte de la casa donde estaban otras siete personas.

A partir de ese momento, todo empeoró. Lo pusieron boca abajo, le bajaron el pantalón y con...

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