Etica empresarial/ Ética y civismo

AutorGonzalo Rivero Torrico

Tal vez el lector ya esté acostumbrado a caminar por nuestras calles sin notar la cantidad de basura que se acumula en ellas. Quizás le resulte indiferente ver que los transeúntes comen un bocadillo y beben un refresco mientras caminan, para que una vez vacíos los envoltorios o recipientes, los arrojen donde sea. A veces hasta encontramos recipientes de vidrio en la calle, con el peligro de que alguien se hiera o que se estropee el neumático de algún vehículo.

Muchos conductores de automóviles, pasajeros de nuestros autobuses urbanos y sus choferes tienen la misma costumbre: arrojar a la calle la basura de lo que comen y beben. Lo hacen con la mayor naturalidad, como si la calle fuera un basurero público. Por ello nuestras calles y las carreteras de acceso a la ciudad se ven sucias y dan una pésima impresión a quienes nos visitan, particularmente si son extranjeros.

En los aeropuertos nacionales vemos que hay personas que están limpiando constantemente los pasillos y debajo de los asientos, desocupando los ceniceros y llevándose la basura, con lo cual la apariencia de estos lugares es mejor. Lo mismo ocurre en las terminales de autobuses.

Si queremos completar el cuadro, basta visitar un baño para comprobar la forma en que se portan muchos de sus usuarios. Nuevamente, en los aeropuertos y centrales de autobuses se dispone de personal que está limpiando permanentemente los baños, pues si no lo hicieran, su apariencia sería peor aun de lo que es ahora. No contentos con estas faltas de educación elemental, hay quienes rayan los espejos con sus anillos, pintan paredes, se roban el papel y hasta los asientos de los WC.

En estos lugares, destinados a ofrecer un servicio indispensable a los usuarios, los vándalos no se detienen a considerar que todos tenemos derecho a un lugar limpio y sano. Para ellos no vale a aquello de dejar el lugar tan limpio y bien presentado como nos gustaría a nosotros encontrarlo cuando tengamos la necesidad de utilizarlo. Por el contrario, parecen decir con su conducta que, después de ellos, el infierno.

¿Cuál es el origen de estas situaciones? Seguramente es nuestra falta de cultura, de educación o madurez cívica. Quizás nos falta disciplina para hacer las cosas bien hechas. Tal vez lo que necesitamos es que se nos apliquen multas o castigos fuertes, como los que se pusieron en Estados Unidos donde tirar basura en la calle, aunque sea la colilla de un cigarrillo, causa una multa elevada.

¿Será posible enseñar a...

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