¡Eureka! / A jugar en el lodo

AutorA. Liñán

Gurú de mi infancia por su labor de comunicar la ciencia, Carl Sagan hizo alguna vez una comparación que resuena en mi cabeza cuando pienso en las procariotas o bacterias: "Si un extraterrestre hiciera un reporte sobre la especie dominante en la Tierra, no afirmaría que somos los humanos, sino las bacterias".

Aquella fue la primera vez que consideré seriamente la idea de que, muy a pesar de nuestros egos, los humanos no somos el pináculo de la evolución. Por el contrario, las bacterias nos llevan la delantera en el juego por la supervivencia de las especies.

Al momento, los científicos se encuentran debatiendo sobre el número exacto de bacterias que habitan el cuerpo de un individuo sano. Lo cierto es que como mínimo sabemos que tenemos la misma cantidad de células "humanas" y procariotas en nuestro cuerpo; otras teorías incluso hablan que tenemos tres veces más bacterias e incluso ¡hasta 10 veces más!

Si son algo tan normal para nuestra existencia, ¿por qué las vemos ajenas a nuestro sano desarrollo? Apenas nos estamos dando cuenta: existimos en gran medida gracias a la interrelación positiva con ellas.

Quizás habíamos perdido una inmensa oportunidad de avanzar en ciencias de la salud al menospreciar esta vital relación con el microbioma -el ecosistema de microbios que cohabitan nuestro cuerpo, especialmente el tracto intestinal y la piel- y tratábamos de estudiar siempre sistemas aislados, perdiendo de vista la importante colaboración que nuestras células tienen momento a momento, inclusive hasta con otros organismos.

Estudiar el...

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