Felipe Díaz Garza / Castigo y redención

AutorFelipe Díaz Garza

Los huéspedes de las prisiones no son personajes de ficción ni son víctimas de su destino, que los hizo delinquir, como los caracteres que interpretaron Burt Lancaster en "El Pajarero de Alcatraz", Clint Eastwood en "Alcatraz" o Pedro Infante en "Las Islas Marías". Nelson Mandela o David Alfaro Siqueiros, aunque protagonistas reales de la historia, tampoco son prototipos carcelarios, sino, ellos sí, garbanzos de libra. Unos y otros se redimen a sí mismos o los rescata su propia condición histórica.

No pasa lo mismo con los pobladores reales de los penales, ladrones, asesinos, estafadores, secuestradores, violadores o narcos, criminales comunes y corrientes sin glamour histórico o literario, que deben ser castigados y redimidos por el sistema penitenciario, que es lo que verdaderamente ayuda y protege a la sociedad. El castigo, que es la reclusión, cobra la deuda del delincuente, pero su regeneración y readaptación es lo que puede prevenir la repetición de la conducta delictiva y recuperar al recluso para la sociedad humana.

Pero si el sistema carcelario no tiene capacidad redentora, no hay recuperación posible y el recluso permanecerá como tal para siempre, aunque ande en libertad. Nuestro sistema penitenciario carece absolutamente de la capacidad de redención de los hombres y mujeres penalizados en sus prisiones y sólo funciona, en el peor de los sentidos, como una central de cobro de los delitos cometidos por los reos hasta la fecha de corte que marca su última sentencia.

Más que los delitos cometidos antes de "caer", a los presos les son cobrados los "servicios" que requieren en su estadía en la cárcel. Eso significa un movimiento anual de alrededor de mil 400 millones de pesos que, en las prisiones del País, pagan los internos y sus familiares a trabajadores, custodios, funcionarios y reclusos privilegiados para recibir de ellos favores extracurriculares y, en muchos casos, para que les sean respetados derechos regulares como la visita conyugal o para no ser juguetes sexuales de otros reclusos, celadores o funcionarios.

Eso y muchas otras cosas más revela el estudio "Corrupción y Extorsión a Presos y Familiares en Centros Penitenciarios", que fue realizado en prisiones de Chihuahua, Jalisco, Estado de México y el Distrito Federal, por la Asociación Nacional de Familiares y Amigos de Detenidos, y referido en una nota publicada el domingo pasado en MURAL.

"El preso paga por todo: Por pasar lista -para evitar ser castigado-, por el...

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