Félix Fernández / Y llegó la vejez

AutorFélix Fernández

Me decía Daniel Guzmán, poco después de mi despedida: "El futbolista muere dos veces, la primera es en el momento en que se retira". Con los años he aprendido que uno tiene pleno control sobre esa muerte, pero no con la vejez que irremediablemente aparece al dejar las canchas.

Oscar Pérez no se retiró por falta de ofertas a los 46 años, decidió colgar los guantes tras conocer la última cara de su profesión que le faltaba: la indiferencia.

Durante la temporada 1992-93, Rubén Omar Romano jugaba para el Cruz Azul y, en una de esas visitas frecuentes al entrenamiento del Atlante (su anterior y posterior equipo), me comentó sobre un porquero chiquitito de La Máquina que lo tenía impresionado, por su agilidad y potencia de piernas.

"¡Puede tocar el travesaño con los pies!", dijo. A partir de ese momento mi curiosidad por conocerlo se incrementó, hasta que poco tiempo después logré verlo en un partido de reservas... y sí: ningún centro parecía causarle dificultad, pero tampoco recorrido, lance, achique o balón, por complejo que fuera. Por supuesto, el tiempo le puso en el lugar que merecía.

No es mentira si digo que al "Conejo" lo retiraban hace 10 años. Si sorprendió al inicio de su carrera por ser chiquitito, también causó revuelo, entre muchas cosas, por su salida del Cruz Azul en 2008; su titularidad en la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010; su falta de contrato tras ese Mundial; el descenso con Necaxa; su llegada al Pachuca; su título con los Tuzos en el estadio del Monterrey; su segundo gol de cabeza a Chuy Corona; el campeonato de Concacaf; su alineación en el Mundial de Clubes; su récord de más...

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