¿Frialdad alemana?

AutorLuis Homero Echeverría

Enviado

RÍO DE JANEIRO.- Se ganó una Copa del Mundo y la Mannschaft celebró en grande.

Apenas se escuchó el último silbatazo, y ya desde antes con el gol de Mario Götze, todos los integrantes de la banca alemana salieron como un disparo hacia la cancha, a abrazar a los que estaban dentro, los generadores de su cuarta victoria en Mundial.

Bastian Schweinsteiger quedó rendido por el esfuerzo, pero llegó de inmediato Sami Khedira para abrazarlo y levantarlo para festejar.

En otro punto, el técnico Joachim Löw se fundía en abrazos con los miembros de su cuerpo técnico, y detrás de él Lukas Podolski buscaba a su familia en las tribunas para vivir con ellos el momento de la coronación.

El capitán Philipp Lahm recibió el trofeo mundialista y se dirigió hacia sus compañeros en la zona donde les marcaron dentro del templete para alzarlo y erigirse ante el mundo como los nuevos monarcas del orbe.

Podolski se avivó para sujetar la Copa casi al mismo tiempo que Lahm la levantó, mientras Thomas Mülller sacudía los brazos y no paraba de gritar.

Los alemanes bajaron del escenario y dieron la vuelta olímpica hasta detenerse frente a una de las cabeceras del Maracaná, donde estaba la mayoría de sus seguidores con playeras blancas y rostros pintados.

Mientras algunos corrían con el trofeo, otros como Toni Kroos y el suplente Erik Durm se ponían a bailar con la canción "Happy" que entonces tocó el sonido local.

Mülller fue el que dirigió la orquesta al ponerse al frente de sus seguidores. Los alemanes levantaron los brazos...

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