Deciden fumadores: morir o rehabilitarse / 'Mírense en mi espejo'

AutorSonia del Valle

MURAL / México

MÉXICO.- Desde la cama 18 del pabellón 5 del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, Luis Esquivel implora, sólo con el movimiento de sus labios, que Dios lo saque del hospital y pueda volver a respirar por sí mismo.

"Le prometo a Dios que si me salva de ésta, no voy a volver a fumar. Así que primeramente Dios regresaré a trabajar", dice.

Desde los 9 años empezó a fumar y, ahora, a los 55 enfrenta una traqueotomía y una infección crónica en los pulmones.

Antes de enfermar, vendía tacos de carnitas en la Ciudad de México, a la que llegó cuando tenía 20 años, acompañado por su esposa.

"Soñaba con tener un empleo", menciona.

Lo consiguió primero en La Merced como diablero, luego se fue de oficio en oficio hasta que puso su puesto de tacos.

Luis se expresa sólo moviendo los labios, respira con dificultad y cada que lo hace el tórax se le mueve de arriba hacia abajo, su respirar suena fuerte y le duele la tráquea.

"No fumen, mírense en mi espejo", agrega.

Cuenta que su esposa rompe en llanto cada que lo visita.

Explica que la preocupación de su esposa no es sólo por la traqueotomía y el mal en los pulmones, sino porque ha perdido durante su estancia en el Instituto 10 kilos y la cuenta parece que no terminará pronto porque sólo ingiere papillas "como si fuera un bebé", expresa.

De acuerdo con los médicos que atienden a Luis en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, el daño en sus pulmones es irreversible, aunque si cede la infección con la que llegó al hospital, podría algún día respirar sin el ventilador artificial.

Luis sólo levanta la mirada, junta las manos y confía en librar la enfermedad, mientras toma una bebida que se llama Pulmocare para fortalecer sus pulmones que hoy ya no le sirven de mucho.

En el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias la EPOC ocupa el quinto lugar de hospitalización, con un costo promedio al día de casi 5 mil pesos por paciente y representa la segunda causa de...

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