El Gabinete del Dr. Caligari / El valor social de la ciencia

AutorAlfonso Islas

Con frecuencia, tanto en los medios como en la calle y lo que es peor aún, en las universidades, se tiene una deficiente visión de lo que es la ciencia. El retraso económico y social en nuestro país, ya histórico, es una de las causas de que la sociedad no aprecie en lo que vale el concepto de ciencia para el desarrollo.

Aunado a lo anterior, la emergencia de diferentes movimientos ecologistas y organizaciones no gubernamentales ayudan a que la deformación referida tome dimensiones peligrosas.

Hace poco una reportera de la tele local pretendió abordar el asunto de los alimentos modificados genéticamente con tal infortunio y manipulación de datos que, la verdad, dio pena.

En busca de respuestas a la deprimente situación de la cultura científica de la sociedad, me encuentro en el puesto de periódicos de la esquina con Ciencia y Desarrollo (Septiembre-Octubre 2003), órgano de difusión del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Conacyt.

Bien presentada bajo la dirección editorial de Miguel Ángel García y la labor editorial de Luisa Bustos, no obstante la errática política del Conacyt, la revista referida muestra equilibrio en su contenido y ofrece en su dossier un discurso del doctor José Sarukhan en ocasión del reconocimiento que el Consejo le otorgara el pasado junio, con motivo de su ingreso a la Royal Society de Londres, en donde evidencia la desconexión entre la sociedad y la actividad de los científicos. En ese mismo dossier, se da paso a una sencilla pero brillante reflexión del doctor León Olivé, quien se pronuncia por un "nuevo contrato social de la ciencia y la tecnología" que aspira a una sociedad cuya visión contemple el trabajo de científicos con un verdadero valor cultural.

Deslumbra la sencillez con la que León Olivé plantea que la ciencia y la tecnología son bienes públicos que pueden ser utilizados para aumentar el bienestar social y para resolver una diversidad de problemas económicos, sociales, culturales, ambientales y de preservación de recursos, y acepta que también pueden ser utilizados para dañar y destruir, lo cual me remite a Édgar Morin, quien con su Ciencia...

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