GACETA DEL CHARRO / El caos (2)

AutorGermán Dehesa

Algún día, quizá, harán la Exposición Mundial del Caos. Supongo que tendrá que ser un caos, porque de otro modo, sería un absurdo cosmos.

De cualquier modo, me pregunto: ¿todo esto a quién le importa? Me respondo que a nadie, yo incluido, y trato de volver a ese estudio práctico del caos que ayer emprendí refiriéndome a la Ciudad de México y a sus modos de vivir.

Vivir en el caos nos produce una suerte de desdoblamiento de la personalidad. Por una parte, hay algo en nuestro ser que tiene apetito de cosmos, por eso tratamos de vivir una vida profesional ordenada y controlable, por eso mantenemos a raya nuestro universo pasional y por eso somos capaces de llegar hasta ese matrimonio que desde fuera se mira como el cosmos por excelencia. No lo vayan a hacer, lectores amados; el matrimonio es el ingreso a muchos y muy severos caos y si acaso nos conduce al cosmos será por vía del deceso de la o del cónyuge, o por idiotización profunda de alguna de las partes.

Dejémonos de cosas. El cosmos es casi inencontrable en la vida de la Ciudad de México. Pensemos simplemente en ese acto que un europeo cumple de modo casi automático: tomar un camión. En México, en el poste donde oficialmente está la parada del camión, hay una lámina ya oxidada y que sólo cuelga de un precario tornillo. Con trabajos, pero en esa lámina se pueden leer los horarios del camión. Ahí dice que el camión pasa a las 17:40; son las 17:15 y nosotros nos sentimos contentos y satisfechos por nuestro sentido de la anticipación. Llegan las 17:40 y no pasa ningún camión; a las 18:35 pasa uno de tal modo pletórico, que ni siquiera se detiene en nuestro lugar. Ustedes la habrán experimentado: se siente una pena abismal. Un compañero de dolor nos comenta: ni se preocupe, éste era el de las 15:25, el nuestro ya no debe de tardar. El caos.

Un doctor que se esmera en vivir...

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