La Gaceta del Charro / La culpa no es de los tlaxcaltecas

AutorGermán Dehesa

Ya hay mucha literatura al respecto: cada vez que a los aztecas nos ocurre algo, resulta que la culpa es de los tlaxcaltecas. Real o imaginariamente afrentadas, las huestes de Tenochtitlan han acumulado animadversión en contra de los habitantes de ese reino: desde las guerras floridas hasta un libro de Elena Garro. Quizá por mis raíces veracruzanas, yo no abrigo ninguna belicosidad, ni rencor en contra de los paisanos de Tulio Hernández. No voy a decir ahora que Tlaxcala es mi segunda patria, pero los tlaxcaltecas que conozco, encabezados por la ínclita Beatriz Paredes, me caen a todo dar. En principio, pues, afirmo que la culpa no es de los tlaxcaltecas y esto es aplicable a todo, pero de modo muy actual y particular, al gótico esperpento que ahora protagonizan Macbeth Sánchez Anaya y su Lady concomitante. Los calificaré al modo popular: están cañones.

Cuenta la leyenda que su amada encerró en su estudio a Alfonso Sánchez Anaya y le dijo: de aquí no sales hasta que no hayas compuesto un nuevo Himno Nacional, o hasta que encuentres la fórmula para que yo sea Gobernadora de Tlaxcala. Todo indica que a don Poncho lo primero que se le ocurrió fue lo segundo (a muchos nos ha pasado eso de que primero primero, hacemos lo segundo). Lo hizo pero no sabe lo que hizo. Desde entonces, en estas mitoteras y soflameras tierras comenzó el crujir de huesos y el rechinar de dientes. Esto es particularmente grave en el seno del PRD donde ya no saben ni para dónde hacerse. Y es que nunca creyeron que doña María del Carmen les fuera a salir tan bravera, tan respondona y tan bien asesorada legalmente. Cosa rara, pero percibo en el partido del Sol Azteca una cierta confusión que se traduce en una rica y contradictoria variedad de opiniones y criterios con respecto al dramón de Wally Simpson Anaya (¡liberen a Wally!). Con mis orejas parabólicas yo escuché a mi buen cuate el Gordo Encinas decir que el fallo del Juez Ojesto le parecía muy bien y que no había por qué hacer escándalo, pues el PRD tenía con la Popotitos (esto no lo dijo Encinas) la muy cercana posibilidad de proseguir en el Gobierno de Tlaxcala. En la otra esquina tenemos a Leonel Godoy que de por sí, desde la estrepitosa salida de Cuauhtémoc Cárdenas de la dirigencia perredista trae cara de cólico nefrítico, ahora está...

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