Gaceta del Charro / Grandes esperanzas

AutorGermán Dehesa

Amanece 2008, reviso, no muy a fondo, cómo llego a este año inédito y me descubro con grandes esperanzas. Algunas lectoras y lectores percibirán que en este nuevo año sigo teniendo el mismo feo vicio del plagio. "Grandes Esperanzas" es el título de una de las últimas novelas de Charles Dickens. De hecho, su título "Great Expectations" podría también traducirse como grandes expectativas, pero su Charro Negro, para los fines propios de este artículo, me quedo con el primero. Ya el curioso lector verá por qué. Desde mis ya confusos años mozos, Dickens es uno de mis autores favoritos. Conocedor profundo y personal del hambre y de las múltiples miserias que el hombre padece, Dickens usó estos materiales para edificar un macizo edificio novelístico veteado por la ternura, la compasión y el humor. Debe haber sido un buen tipo. Como todo gran novelista, su asunto fue el corazón del hombre, sus pulsiones, sus pasiones, su apetito de luz, sus bajezas, sus miserias y sus maravillas. Arraigado en sus miserables orígenes, Dickens siempre tuvo grandes esperanzas en el género humano.

Aquí me gustaría detenerme un poco en ese concepto que nosotros nombramos con la palabra esperanza. Sin que esto suponga ninguna crítica, mi madre y los rugientes maristas me enseñaron que la esperanza es una virtud y no una virtud cualquiera sino una de las meras efectivas, por que mis mentores me precisaron con voz engolada que se trataba de una virtud TEOLOGAL, un palabrón que puede descalabrar, como en efecto ocurrió, a un niño de ocho años. Por mucho, muchísimo tiempo ignoré lo que significa teologal (lo referente a la palabra de Dios) y todavía tardé más en poner en crisis en concepto mismo de la esperanza. Sor Juana me fue de gran ayuda. Yo suponía que tener esperanza era creer que todo lo que estaba mal mejoraría, siempre y cuando uno no dejara de creerlo sin hacer nada para hacer posible eso que uno espera. "Diuturna enfermedad de la esperanza / que así entretienen mis cansados años...", así se arranca Sorjuanita en un soneto demoledor. ¡Ajajá! Con que la esperanza también puede ser...

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