La Gaceta del Charro / Río de Enero (4) Adiós

AutorGermán Dehesa

Reveillón. Así le llaman los cariocas a su fiesta de fin de año: la reveillón. No tengo la traducción exacta, pero me basta con su fonética que alude doblemente a nuestro "reventón" y a nuestra perentoria "rebelión". Hago ahora un ejercicio de lógica patafísica y afirmo: si alguna vez lográramos organizar una rebelión que, por alegre y pacífica, fuera un verdadero reventón, entonces seríamos campeones mundiales de futbol. El caso es que ya estuve en una reveillón y de modo práctico, aprendí el significado de esta palabra. El asunto no estuvo tan drástico porque este aprendizaje trajo aparejado el de la palabra "tsunami" que también involucra playas y personas pacíficas, inadvertidas y que como tú y como yo, eran dignas de un destino menos nefasto. Estamos hablando de cerca de 150 mil seres humanos que, en unos cuantos minutos, dejaron de serlo. Entre la reveillón y el tsunami el alma humana se debate, se deja ganar por la vida, pero como decía Borges: hay algo que se queda/ hay algo que se queja.

Vuelvo a Río de Janeiro y me recoloco en la última mañana que pasé ahí. Estoy entre la playa y una alberca (yo estaría trabajando, créanme, pero tengo que cubrir la nota para ustedes, bola de malagradecidos). Con aire reptante y quelonio pululan por aquí muchas nacionalidades. Hay una señora gordita con peinado de salón, pulserotas de oro, vacuna grande y unas chanclas como de Tepetongo. Si alguna duda tuviera de su recia condición azteca, me basta con escuchar que a su marido le dice "papito" para saber que estoy frente a Coatlicue Vilchis. Ni de broma quiero decir que soy experto en reconocer a todas las razas del mundo. No es cierto. Lo que quiero afirmar es que soy experto en reconocer mexicanos y en reconocer brasileños. Me explicaré.

Algún grave problema genético tuvimos los aztecas en nuestros concurridos procesos de mestizaje. A resultas de esto, ocurre que vivimos en la permanente (y justificada) sensación de que estamos mal hechos. Si eres pechugón, sales desnalgado; si eres regordete, tienes unas corvas patéticas; si eres muy alto, el talle te comienza en las amígdalas y si eres de hombros altos y proporcionados, resultas culibajo. Nunca acabamos de tener todas las piezas del tamaño debido, ni en el lugar correcto. Es más, en el extrañísimo caso de que algún o...

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