Las galletas de tía Nora

Cada año pasábamos Navidad con mis abuelos, en Tampico. Ver a mis primos, recibir regalos, cenar el pavo preparado por mi abuela era todo parte de la celebración. Recuerdo bien el ambiente festivo y familiar.

¡Y cuánto disfrutábamos las ricas galletas de mi tía Nora! Durante semanas ella las había horneado con gran cariño para la familia.

Las galletas fueron siempre personajes protagónicos de la fiesta. Las encontrábamos por toda la casa. Representaban su papel. Charolas que lucían las estrellas, pinos, flores adornadas con grageas de colores... las galletas nos contagiaban de su alegría. Los cuernitos de chocolate, los polvorones de nuez, en canastas navideñas, esparcían su aroma para el deleite de la familia. Las rosquitas de canela en frascos de cristal, lucían lo oscuro de su tez.

Enlacé mis vivencias de gozo y unión familiar de Nochebuena a esos personajes, que además despertaron en mí el deseo de aprender a cocinar. Cuando era ya una jovencita le pedí a mi tía Nora que me enseñara hacer las galletas navideñas.

Recuerdo una tarde de diciembre: al entrar a la cocina mi tía me miró con mucha ternura, y en un gesto inolvidable me entregó las recetas, y a cucharaditas de cariño, me confió sus secretos para la preparación de los postres navideños.

Durante las fiestas decembrinas evoco con nostalgia la voz de mi tía dándome aquellos consejos:

-Te puedo enseñar a hornear las pastas.... Pero piensa ¿para qué quieres aprender? De tu respuesta depende que logres la magia...

-Vamos a llevar nuestras manos al corazón, siente: ¿qué deseas regalar a las personas que coman...

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