Juan García de Quevedo / Sicilia: Poeta y legislador

AutorJuan García de Quevedo

El movimiento encabezado por el poeta Javier Sicilia, reunido con legisladores en el Castillo de Chapultepec, increpa resueltamente a diputados y senadores. Los testimonios de dolor de las víctimas en duelo por algún pariente calan hondo. Una escritora les dice que, según las encuestas, el 85 por ciento de los mexicanos no cree en ellos y "tampoco la de la voz". Aplausos de los legisladores. Después el padre Concha les da una clase de teoría del Estado y derechos humanos. Los legisladores aplauden. Algún otro miembro les explica su inutilidad ante los problemas de México. Aplauden los parlamentarios. Les fijan tiempos, ritmos y momentos para una reforma política; les preguntan a qué se comprometen y les citan las reformas necesarias e indispensables. Les exigen la formación de una Comisión de la Verdad y una nueva Ley de Seguridad Nacional y otros muchos temas más.

Como los representantes del movimiento piensan que lo importante es ponerse de acuerdo con 4 ó 5 personas que manejan a todos los demás, es decir a 465, dictan plazos perentorios. Después, los parlamentarios deciden pedir perdón y la representante del PAN, Josefina Vázquez Mota, les da asiento en comisiones para que revisen puntualmente el trabajo legislativo e impedir alguna equivocación y dice algo como que las puertas del Congreso se abren por vez primera a la sociedad. Algo así como el Concilio Vaticano II cuando la Iglesia abrió sus ventanas para oír al mundo. El senador del Partido Verde compromete los votos de su bancada y por poco termina en llanto su intervención. Todos piden perdón y aplauden a un movimiento que les hace ver su más absoluta inutilidad. Hecho asombroso y, como se dijo, inédito en la historia de la política mexicana. Debe salvarse la intervención del diputado Rojas que logró contenerse y rescatar un poco o un mucho, como se quiera ver, la dignidad del Legislativo. La reunión termina con un beso trágico y cómico del poeta Sicilia al senador Beltrones.

La reunión del Castillo de Chapultepec es un gran triunfo del poeta, a confesión expresa de los legisladores que dijeron: sobre lo que nosotros, por meses y meses de discusión y debate, no logramos acordar, ustedes en dos o tres horas nos pusieron a todos de acuerdo. Lo que quedó más que claro es que efectivamente los legisladores son buenos para aplaudir, incluso cuando se les ataca de frente y sin ningún tipo de...

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