Germán Martínez Cázares / ¿Matar a un hijo?

AutorGermán Martínez Cázares

¿Qué anida en la cabeza de un padre decidido a matar a su propio hijo? La historia bíblica es escalofriante. Dios desafió a Abraham al pedirle el sacrificio de su descendiente Isaac. Abraham obedeció, recogió leña para la hoguera, se encaminó al monte, llevó a su hijo al lugar indicado, lo colocó en el matadero, empuñó el cuchillo, y al borde de la tragedia -como lo pintó Rembrandt, con sereno dramatismo- un ángel le detuvo la mano. En el aire quedó el cuchillo y la pregunta: ¿Qué locura motiva al filicida? A responder esa pregunta Soren Kierkegaard dedicó una gran parte de su pensamiento.

Este año celebramos el bicentenario del natalicio de este teólogo y filósofo danés, padre de existencialismo moderno, cuya obra retumbó en la pluma de filósofos como Jean Paul Sartre o Martin Heidegger, y escritores enormes como Rainer Maria Rilke, Thomas Mann o Franz Kafka.

Soren Aabye Kierkegaard nació en Copenhague el 5 de mayo de 1813. Estudió en Berlín, donde conoció y tomó clase con el idealista Friedrich Schelling. Su obra, dispersa en múltiples escritos y firmada por seudónimos, está fuertemente influida por sus experiencias personales en la vida, dos de ellas enormemente significativas: la ruptura de su noviazgo con Regina Olsen y un sentimiento de culpa transmitido por su padre Michael.

Michael Kierkegaard fue un campesino pobre y pastor de ovejas, que súbitamente se convirtió en uno de los hombres más ricos de Dinamarca. Fue un padre autoritario, educó a sus hijos con una convicción religiosa nutrida de pecado y sufrimiento terrenal. Sólo dos de sus siete hermanos sobrevivieron a las enfermedades y los accidentes. Michael estaba convencido de una maldición divina sobre su familia. Los Kierkegaard pagarían, con su vida, una terrible condena, porque en su juventud, cuando Michael era un miserable, maldijo a Dios por su penuria, y Dios de inmediato le dio riqueza -gracias a un herencia recibida-, y lo convirtió en un próspero comerciante. Ahora poco a poco, según Michael, Dios cobraba venganza con la muerte de su esposa, hijos y parientes. El padre tributaba sus hijos a Dios, como un nuevo Abraham. El joven Kierkegaard vivió bajo esa sombra...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR